Cultura

San Nicolás, un santo en el olvido

Hoy en día, poca gente sabe realmente quién era San Nicolás y que fue la leyenda alrededor de sus buenas obras la que le convirtió en Papá Navidades Papá NoÁ«l, (Francia) o Papaíto Heladitas (Rusia) que baja a la tierra en trineo tirado por renos para repartir regalos entre los niños.

La festividad de San Nicolás, cada 6 de diciembre, en realidad era el día de los regalos a los niños. Y no se trataba, tradicionalmente, de grandes regalos, sino de pequeños detalles en forma de chucherías, chocolate o simplemente alimentos que endulzaban la espera de la Noche Buena.

Así surgió la confusión entre Papá NoÁ«l y San Nicolás, que en realidad es la misma persona, y tal vez sólo siga existiendo la tradición del día 6, con los zapatos bien limpios puestos delante de la puerta, en países como Alemania, donde tal costumbre siempre había estado muy arraigada.

Tampoco el abrigo era lo que hoy parece tener que ser obligatoriamente ese atuendo cutre y de mal gusto creado por Coca Cola entre las dos grandes guerras, degenerado prácticamente a un disfraz carnavalesco (con una ridícula gorra que nada tiene que ver con la mitra de un obispo), cuando en realidad se trataba del manto de un obispo, que es lo que era San Nicolás en sus tiempos. Sólo en postales navideñas antiguas se puede reencontrar algún atuendo más acorde con la realidad que ese trapo rojo y blanco onmipresente que tergiversa por completo el significado de la Navidad y que nos llegó desde un país que nada tiene que ver con el origen de San Nicolás.

Por eso creo que no está de más reproducir aquí un poco la historia de San Nicolás. Sería deseable que los gobernantes -tan dados a hacer desaparecer todo símbolo cristiano de nuestra vida- volvieran un poco a los orígenes e hicieran partícipes a todos de las leyendas y tradiciones que dieron origen a las fiestas de Navidad, porque no sólo nos unen con nuestras raíces culturales e históricas, sino también transmiten valores que se han perdido por completo. San Nicolás ya sólo es un elemento decorativo del marketing navideño, sin el menor romanticismo ni significado para transmitirnos valores de humanidad y solidaridad.

Idéntico destino han tenido los Reyes Magos de Oriente, que en realidad jamás se ocuparon llevar regalos a los niños, sino sólo a Cristo como nuevo rey en la tierra.

Nicolás de Myra (como se le denomina en oriente) o Nicolás de Bari (como se le denomina en occidente) fue un obispo que vivió en el siglo IV. Más de dos mil templos están dedicados a él en todo el mundo.

Nació en Patara, en la región bicantina de Licia (actualmente dentro del territorio de Turquía) en una familia adinerada y desde niño se destacó por su carácter piadoso y generoso. Sus padres, fervorosos cristianos, lo educaron en la fe.

Después de la muerte de sus padres, Nicolás heredó una gran fortuna que puso al servicio de los necesitados, según la hagiografía escrita por San Metodio, arzobispo de Constantinopla.

Al morir sus padres repartió toda su fortuna entre los pobres y se fue a vivir a Myra (Anatolia, actualmente Turquía), donde sería consagrado obispo de una forma muy curiosa. Dice la leyenda que varios sacerdotes y obispos se encontraban discutiendo sobre quién sería el futuro obispo, pues el anterior había fallecido. Al no ponerse de acuerdo, se decidió que fuera el próximo sacerdote que entrase en el templo que casualmente fue Nicolás de Bari.

Fue preso por un decreto del emperador Licinio contra los cristianos por el que fue encarcelado y su barba quemada, siendo liberado por el emperador Constantino.

Participó en el Concilio de Nicea, condenando las doctrinas de Arrio, quien se negaba a admitir el dogma de la divinidad de Cristo.

Para combatir los errores, utilizaba una dulzura exquisita, logrando grandes y sinceras conversiones, a pesar de su discreto talento especulativo y orador que tanto gusta a los orientales. Sin embargo, cuando se trataba de proteger a los más débiles de los poderosos, San Nicolás, a pesar de su avanzada edad, actuaba con gran arrojo y vigor. Foto: Cuadro de Ilya Repin (1889): San Nicolás salvando a tres inocentes.

Murió el 6 de diciembre del año 345 en Myra, mas sus restos descansan en la ciudad portuaria italiana de Bari pues allí fueron a dar después que fueron retirados de Turquía tras la invasión musulmana. Tras su muerte se convirtió en el primer santo, no mártir, en gozar de una especial devoción en el Oriente y Occidente.

Multitud de relatos milagrosos aparecieron sobre él, desfigurando, a veces, su inminente carácter práctico y sencillo.

Milagros
Son muchos los milagros que se le atribuyen a Nicolás de Bari, pero algunos han traspasado los siglos y son conocidos por devotos y no devotos.

Protector y ayudador de las chicas en edad casadera o en busca de marido. Se cuenta que en una ocasión supo de tres jovencitas que pretendían casarse pero su padre no podía pagar la dote correspondiente. Al saberlo Nicolás (pretendiendo realizar la caridad sin ser visto), dejó caer por la chimenea unas monedas de oro que coincidentemente cayeron en unas medias de lana que las jóvenes habían dejado secarse (por eso se cuelgan las medias tejidas que sirven para que ahí nos deje a nosotros los regalos que el niño Jesús nos manda desde el cielo, y por eso es el mito de que no puede ser visto por los que recibirán el regalo). Así, es conocido como el patrono de las parejas que desean tener un buen matrimonio y como protector de las familias en problemas económicos. En algunos países su imagen aparece con tres monedas de oro en las manos.

San Nicolás de Bari salva a tres inocentes. Uno de los milagros más sorprendentes es él de haber resucitado por su intercesión a tres niños que habían caído de un árbol y muerto al instante. También se le atribuye el milagro de los tres niños sacrificados para dar de comer a los clientes de un hostelero, siendo devueltos a la vida por intercesión del santo. Por este motivo se le representa con tres niños a su lado en una cubeta. A pesar de ser anciano, seguía viajando, evangelizando y entregando juguetes a los niños para recordar a todos que en Navidad recibimos el mejor de los regalos a través de Cristo, la esperanza de la Salvación Eterna.

Otro de los milagros cuenta cómo salvó la vida de tres generales condenados a muerte injustamente y otro que, hallándose un grupo de marineros en medio de una tempestad y habiendo invocado la protección de San Nicolás, vieron aparecer la figura del santo sobre el barco, y al momento la tempestad era calmada.

Uno de los milagros más recientes, ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial, cuenta cómo en un bombardeo a la ciudad de Bari una madre se separó de su niño en medio de la confusión, apareciendo éste horas después en la puerta de la casa, sano y salvo. El niño contó cómo un hombre que describió como San Nicolás le ayudó, le protegió y lo llevó de regreso a su casa. Foto: Basílica de San Nicolás en Bari, Italia.

Hay más leyendas, pero éstas las contaré el año que viene. Feliz Día de San Nicolás. ¿No es curioso que nuestra Constitución se aprobara el mismo día? Tal vez fuera una intercesión del santo para mediar entre las partes. 😉

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.