Cultura

Chamanes (II)

Ciertas tradiciones y supersticiones difundidas entre el pueblo son los codificados sistemas de transmitir enseñanzas que actúan en el psiquismo, sin que puedan ser manipuladas por la razón.

En casi todas las religiones se encuentra este rito de muerte y resurrección a los cielos, el árbol chamánico es el árbol de la vida, como la cruz lo es para los cristianos por todo su simbolismo. Y siempre es para restaurar y religar un orden quebrantado, un desarraigo de un llamado paraíso que no es sino la nostalgia de una supuesta edad de oro en la que los seres humanos no se habían desgajado de la naturaleza.

El chamán tungús es diestro en manipular los espíritus que habitan a las personas y a los animales, los busca, los cura y los devuelve una vez serenados. Lo característico del chamanismo es que toda esta actividad se realiza en éxtasis, en enajenación natural o inducida con hierbas adecuadas; se ayuda por el batir del tambor y por la danza. Mientras está poseído, realiza proezas sobrehumanas, habla lenguas de animales, se agita su tienda, brota fuego de origen desconocido, su mirada se extravía, pero posee poderes curativos y de adivinación extraordinarios. Es tal su sensibilidad que puede anunciar fenómenos por venir.

Para el profano, así como para los misioneros que perdieron los valores originarios de profetismo, adivinación, taumaturgia, éxtasis y el hablar en lenguas, así como las experiencias de los viajes astrales, toda su ignorancia se resuelve en denominarlos posesos, alucinados, alumbrados o, con la más burda inconsecuencia, endemoniados. Como si los daimones griegos no fueran espíritus que se relacionaban con los seres humanos.

Pero, como dice Mircea Eliade, “los chamanes desempeñan un papel esencial en la defensa de la integridad psíquica de la comunidad”. Freud intuyó, Jung analizó y Lancán aventuró que los mitos y los cuentos, ciertas tradiciones y supersticiones difundidas entre el pueblo son los codificados sistemas de transmitir enseñanzas sin que puedan ser manipuladas por la razón; actúan en el psiquismo.

El respeto que en algunas sociedades se mantiene por el tonto del pueblo, del que se pueden mofar pero al que temen, así como los ritos de paso rebautizados con pretendidas gestas de santos cristianos, o costumbres y tradiciones que se repiten sin conocer su significado no son más que medios benignos para mantenernos en paz con el misterio. En el fondo, “es bueno que un hombre muera por el bien del pueblo”, “que cargue con todas nuestras iniquidades”, que realice todas las extravagancias que los cuerdos no pueden hacer sino borrachos o bajo los efectos del soma o de otros alucinógenos que conducen a la divina ebriedad.

“Los ‘milagros’ chamánicos no sólo confirman y robustecen las estructuras de la religión tradicional, sino que a la vez estimulan y nutren la imaginación, hacen desaparecer las barreras ente el sueño y la realidad inmediata, abren puertas hacia los mundos habitados por los dioses, los muertos y los espíritus”, concluye Mircea, el más grande historiador de las religiones.

Así habla el chamán Chamalú:

“Y si tuviera un instante más de vida haría lo mismo. Viviría como indígena lúcido enamorado de la plenitud, viajaría por todo el mundo compartiendo la felicidad descubierta, sorprendería, conmocionaría y, desde la cima de la rebeldía, gritaría: ¡Elegí vivir, hermanos!”.

J. C. Gª Fajardo

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.