FERNANDO SANTIAGO SANTOS.
Santo Domingo Yanhuitlán Oaxaca (México) 2010.
Conduciendo sobre la carretera panamericana hacia el oeste , cerca de la zona de “cieneguilla”, a dos kilometro del Parador turístico del ex – convento de Sto. Domingo Yanhuitlán, y, sin duda, el asombro y la curiosidad hizo que detuviera el auto. Al frente, la majestuosidad de la naturaleza hacia admirar su belleza, tomé la cámara y de inmediato me adentré a caminar por el exuberante paisaje de este rojizo valle. Observaba hacia el lado norte, arriba, el horizonte pintaba de un azul intenso, las nubes radiaban a la vista de aquella obra artística natural, el trazo pareciera perfecto, como un escultor tallase sus instrumentos en la montaña hasta descubrir su corazón; Hacia ya un par de años que había escuchado de este lugar, era de la voz de un escritor mixteco durante una sesión de lectura en la Mixteca. No recuerdo su nombre pero si la historia que su imaginación le obligo a escribir de ella ; Al mirar la estructura arquitectónica natural provocó que las vivencias que el pasado había anestesiado frente a las bellezas del recuerdo, resurgieran ; para volver a vivir las sensaciones que la magia de la historia de aquel escritor transforma su realidad en un impresionante y mágico sueño. Las tierras áridas que ardían y mostraban la fuerza de su color, bañadas, por los rojizos rayos del sol, en un atardecer incandescente que hacia cálida la escena ; convirtiéndola en el punto preciso del retorno a la evocación del recuerdo.
La prueba de amor que la Doncella del Valle le había propuesto al joven caballero para conquistar su amor, obligó a éste : hacer lo imposible por encima de lo posible, a exceder sus límites , la sorprendió no dejando aliento a su expresión al ver lo que había hecho. – Quizás los anteriores intentos del joven caballero por convencerla fueron en vano,- aunado en su tristeza solo pensó en una última opción –misma que había conmovido los sentimientos de la bella doncella y desafiado a no más de un oponente. Una noche se adentro al valle , con su espíritu y pasión de enamorado decidió impacientemente subir a aquella montaña, desde ésta se divisaba los lugares más recónditos de la región, – queriendo impresionar a su amada cavó con sus manos dos enormes corazones en lo alto de la montaña, se mantuvo atento durante toda la noche , fatigado cayó frente a la entrada del sereno, había congelado el tiempo, al sol , las estrellas y demás astros, – el amor es inmenso- decía—el amor que sentía por la belleza inmaculada de su amada , alimento su esperanza inmensa. Los primeros rayos del sol iluminaban a la montaña del valle, todos al despertar admiraban la belleza de tal acción- no había palabra alguna- había congelado al tiempo y desafiado a la naturaleza, la doncella al contemplarla, sintió su corazón palpitar, pareciera un poder extraño que la hacía rendirse ante tal complejidad – su amor es puro- pensó- la alegría de sus vidas y el amor de los enamorados fue inmortalizado por los dioses; Al paso de los años, su recuerdo quedó congelado en la inmensidad del tiempo, el hecho de que existiesen dos corazones labrados en esta montaña no solo significa consecuencia de la naturaleza , si no, mas bien, significa un tributo de la naturaleza al amor eterno de dos seres, frente a la mirada acusadora de quienes la observan y frente a la soberbia de quienes dudan de la fuerza de voluntad, aún estos corazones perseveran para alimentar la interpretación relativa de quien quiera darle significado:
¿amor?¿naturaleza?¿historia?¿magia?¿belleza?¿mito? etc.… la interpretación es relativa de quien la piensa, no importa lo que se piense si no lo que se provoca y , sin duda , miles de miradas los acechan con celo desde el vehículo, ¿ cuánta belleza , magia, misterio no existe en entre la místicidad de nuestro alrededor? Cuanta gratitud no alimenta la espirituosidad del ser al admirar la belleza estética de la materia? Un ser que no ha admirado la gratitud del amor, es un ser que no ha vivido, no vive y jamás vivirá, y es que la felicidad que provoca el amor, no se busca, solo se persigue. – Atardecía, había ya limpiado el lente y guardado la cámara, di vuelta en dirección al auto, la sombría sensación de extrañeza me perseguía, como la abeja al polen, no dejando que me fuera, era innesasaria la opinión e insensata la apariencia , era sublime la majestuosidad de aquella obra y bosqueja como lienzo en una imagen fija que se graba en la mente : dos corazones labrados en lo alto de una montaña, me hacia recordar mientras aceleraba y daba marcha atrás… que la inmortalidad del esta historia queda permanente fija en el tiempo inerte de quien la imagina y quien la vive.