EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
La verdad es que hay que tener la paciencia del santo Job, para escuchar las críticas sobre la celebración del pasado Consejo de Ministros en Sevilla a través del cual se aprobaron diversas ayudas estatales para paliar los daños de todo tipo que los reiterados temporales de este pasado invierno han causado en Andalucía. Lo cierto es que tragarse o digerir estas críticas tan sectarias es imposible, como increíble el que ciertos comentaristas y tertulianos se crean que son el ombligo del mundo cuando, en mi opinión, no van más allá de ser el orificio del ano. Siento tener que decirlo así porque aprecio y respeto la profesionalidad de la inmensa mayoría de ellos y porque, afortunadamente, son más numerosos los que anteponen la seriedad y el rigor a otros que difunden opiniones bastardas y claramente partidistas.
Es inadmisible el que se critique al Gobierno de España en pleno por haber querido estar lo más cercanamente posible a los andaluces en estos momentos en que tal mas lo están pasando, porque al parecer las lluvias y las nevadas han cesado, esperemos que así sea, pero quedan las terribles secuelas de viviendas destruidas, playas en estado calamitoso, carreteras que se ha llevado el agua y los desprendimientos de rocas y lo que es fundamental, como en el caso de las playas, para que haya trabajo: la pérdidas de las cosechas de aceituna, fresas y otros productos agrarios y el mal estado de grandes extensiones de árboles frutales que han quedado seriamente dañados y que por tanto tardarán mucho en volver a dar un rendimiento óptimo.
Dicen esas lenguas viperinas que el Gobierno ha ido a comprar el voto de los andaluces, cuando el Ejecutivo presidido por Zapatero, no ha hecho más que llevar a efecto algo que normalmente hace cualquier Gobierno decente: Estar al lado de los afectados y transmitirles un mensaje de esperanza cara al futuro.
En cambio esos que se creen el ombligo del mundo no criticaron el que el Gobierno de Aznar no se desplazara a Galicia cuando lo del “Prestige”, el ex presidente Aznar, solo estuvo dos o tres horas “refugiado” en el centro de operaciones instalado en A Coruña y se volvió a Madrid sin ver una sola playa y sin verle la cara a los damnificados.
Esos criticones que se creen que son alguien cuando no son nada, no tienen en cuenta quienes están ausentes cuando no debieran estarlo y quienes están presentes por una cuestión de simple responsabilidad y solidaridad.