Viernes 28 de noviembre. Dow Jones: 8.810
Fort Salonga, New York. 3:15 PM
Vaya el diablo a saber si nos cachan. A José no creo, porque el loco es ilegal, no existe. Pero a mí sí me pueden reconocer por las cámaras del Wal Mart. Hace como diez años que voy a ese Wal Mart. Siempre le dije a la Olga que lo amaba por los precios que tienen allí y que dicho sea de paso me ayudaron a sobrevivir cuando vine aquí y trabajaba en un Dollar General por seiscientos al mes.
Me metí en eso de ir a los Black Fridays hace como dos años. La primera vez por curiosidad. Después porque me di cuenta de la ventaja de comprar un camión de cosas a precio de remate.
La semana pasada fue por la crisis. Eso, por la crisis que hay. No era que tenía algo en mente cuando fui, sólo que siempre se consiguen precios de ganga. José iba por un iPod nuevo y un bluetooth. Y estuvimos desde las cuatro de la madrugada, chupando frío en una línea de cien yardas porque si nos quedábamos en el carro con la calefacción era como quedarse en la casa para llegar último. Por eso, creo yo, cuando la gente vio que había movimiento adentro de la tienda comenzaron a ponerse impacientes.
Después no recuerdo más. Sólo recuerdo que la línea se comenzó a correr como un río que retoma su curso natural. La corriente nos arrastraba y nosotros también empujábamos, no íbamos a quedaros atrás. La gente gritaba y reía. Yo veía que el José se reía como loco y me hacía reír a mí también. Así que de tanta risa ni sentimos que nos estaban dando duro en la espalda ni sentimos que aquello blando que pisamos era un tipo, el empleado que murió aplastado.
Sólo recuerdo que José encontró su iPod y su bluetooth a mitad del precio que está en Best Buy. Y después esto, que me encuentro metido en casa, casi no salgo y la Olga me pregunta qué me pasa y yo digo que nada, como siempre, liquidado por el trabajo. Y ella que dale que dale con salir de shopping y yo que me duele aquí y allá.
Cada tanto prendo la CNN, busco por Internet a ver si hay algo nuevo, lo llamo al José que ahora con su bluetooth habla cada vez menos, o no quiere hablar de otra cosa que de las ventajas de tener un bluetooth. Debe ser para no hablar del tipo que reventamos en el Wal Mart. Me pregunto si tenemos alguna culpa, o si la culpa dividida en cien partes es la misma culpa que puede tener un asesino de verdad. Nunca había matado a nadie, aunque estuve a punto varias veces de que me finitaran.
La culpa es de estas grandes tiendas. Siempre están abiertas veinticuatro horas pero los Black Fridays la cierran para que no las invadan los compradores. Háyase visto tanta insane.
Más bien pienso que si no hay ninguna noticia que diga que fueron mis pisotadas de grandulón que mataron al empleado del Wal Mart entonces yo no fui, no soy yo el culpable de homicidio. Es más, lo que debe haber pasado es que aquello blando que se quejaba ni siquiera era una persona. El otro día vi un almohadón con forma de tigre que te abraza y sirve para mirar la tele y creo que hasta ruge como una persona, como una mujer.
Y la cosa te abraza para que no te sientas solo.
Jorge Majfud
(de la novela Crisis)