Cultura

Abracadabra, el barro tóxico que desapareció

Abracadabra, pata de cabra, decíamos de niños como si con ello formuláramos algún conjuro de dimensión universal, lo aplicábamos para esto, para aquello y para lo de más allá, abracadabra, pata de cabra, que a Mari se le levante la falda, por ejemplo, o cualquier otro hechizo de mayor calado intelectual y menor banalidad carnal.

Abracadabra, pata de cabra, dicen ahora los periodistas que lanzan globos sonda en forma de hecatombes mundiales y luego se olvidan de ellos a la menor, en cuanto surge algo más novedoso o más morbo, abracadabra, la noticia que fue, ya no es, aunque siga siendo, a mí ya no me interesa.

Abracadabra, pata de cabra, que se acaba el mundo con el barro tóxico, que si llega aquí, que si llega allí, y toda Europa pendiente de un hilo, alarma social por doquier, porque la alarma vende, ya lo sabíamos, ya nos lo vende «El Mundo» cada día, la noticia objetiva la dejamos para otro día, para los teóricos de la universidad.

Abracadabra, pata de cabra, ¿qué pasó con el barro tóxico de Hungría? ¿Por qué ya nadie habla de ello? Nadie se puede creer, yo tampoco, que el problema haya desaparecido así, de la noche al día, en un sólo mes, en menos de un mes, de problema a escala mundial se ha convertido en un problemilla local, o ni siquiera problema, o sí, o no, vete tú a saber si los medios magiares están siguiendo la noticia.

Abracadabra, pata de cabra, el mundo va deprisa, tan deprisa que las noticias van y vienen, y no se detienen, hoy son noticia, mañana no, corre para saber lo que está pasando en el mundo, porque mañana ya no pasará y te quedarás sin haberlo sabido.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.