EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
Banesto, controlado por el Santander, ha sido el primer banco que ha hecho públicos sus resultados hasta el pasado mes de junio. El banco ha ganado un 25% menos por la caída de ingresos y los promotores. No obstante sus ganancias son del orden de los 286,8 millones de euros hasta junio.
Es evidente que esta no es la época de Aznar, la que yo y muchos denominamos como “la era del ladrillo”. En aquel entonces la banca “ganaba” mucho dinero sin darse cuenta y mira que son listos, que aquello era pan para hoy y hambre para mañana. Los ingresos por formalización de hipotecas, créditos y otros formulismos acompañada por el cobro de intereses por los conceptos antes citados, les reportaron grandes beneficios, pero la dinámica de dar dinero sin ton ni son y aquella parodia de “dar dinero sin mirar a quien”, tuvo su fin, como era de esperar, y ahora que no conceden hipotecas ni préstamos, por lo que los ingresos,el “trabajo”, han disminuido, quieren seguir ganando más. La verdad es que esta actitud plañidera de la banca da verdadera vergÁ¼enza. Más aún cuando nos enteramos de lo que cobran sus directivos.
Dijo Rajoy, el 20 de marzo de 2011, en un periódico digital lo siguiente: “Nadie va a perder su puesto de trabajo –será un eufemismo, digo yo-, pero vamos -¿todos, no?- a trabajar unas poquitas horas más o vamos a bajarnos el sueldo”. Esto debe transmitírselo a los bancos, que trabajen un “poquito” más que den más créditos e hipotecas y que bajen “un poco” los intereses. Aquí solo se le pide sangre, sudor y lágrimas –como dijo Churchill a los ingleses- a los de siempre, a los ciudadanos de a pie, a los que realmente necesitan ser ayudados. Se quejan de que las ayudas a la banca en la UE son mucho más cuantiosas. O sea, que no dan un euro a nadie y encima quieren que el dinero de los impuestos de esos que no se pueden comprar una vivienda porque no les conceden una hipoteca o de esos otros que no reciben un solo euro de la banca para dar mayor soltura y desarrollo a sus pequeñas y medianas empresas o de los autónomos olvidados por la banca, lo quieren todo a cambio de nada.
La gente ya está harta de escuchar los lamentos de los banqueros, de los que tienen contratos de “trabajo” blindados, y de oírles esa letanía de siempre en lo que respecta a la queja y al victimismo. Ya está bien.