Sociopolítica

De cómo Occidente ha decidido perder Libia

Son varias las opciones políticas que abre la caída de Muammar Khadafi tanto para Occidente como para el mundo árabe. El mayor interrogante para la comunidad internacional y la opinión pública en general sobre el futuro de Libia debería plantearse en dos aspectos básicos. En primer lugar, la pregunta es ¿qué hará el Consejo Nacional de Transición? Posiblemente intentará instalar rápidamente a sus burócratas en Trípoli y el resto del país. Sin embargo, ¿aceptaran la derrota los partidarios de Khadafi y reconocerán al Consejo o serán los nuevos rebeldes? Y, lo más importante ¿Cuál es la política de los Rebeldes para la nueva Libia?

Considerando los hechos y la dinámica de la Libia actual, el Consejo Nacional de Transición una vez instalado en Trípoli tratará de extenderse y hacer valer su poder político a las demás ciudades y pueblos del país. Pero la caída de Trípoli ante la operación militar rebelde mostró que un gran número de oficiales de las fuerzas armadas del coronel Khadafi traicionaron a su comando y entregaron sus fuerzas de combate a los rebeldes sin disparar una bala. Esto último podría abrir la puerta a futuras venganzas de los leales a Khadafi con un probable periodo de violencia entre el nuevo régimen y los partidarios del régimen derrotado.

En consecuencia, el primer desafío que tendrá que enfrentar el Consejo Nacional de Transición será la estabilización y el control urgente de la seguridad interior así como las instituciones del Estado de cara al futuro. Pero aun con la formación de un gobierno por parte del Consejo Nacional, el nuevo régimen correrá el riesgo de ser blanco de una insurgencia pro-Khadafi independientemente del destino final del depuesto líder y su familia. Comunidades como las de Sirte (ciudad natal de Khadafi) o Sebha en el desierto sur libio cuentan con grandes números de khadafistas, quienes junto a los residuales del régimen en Trípoli, pueden ser al nuevo Gobierno, lo que el “triángulo sunita” fue al gobierno iraquí en los días posteriores a la caída de Saddam Hussein en Irak. Sin embargo, pareciera que el Consejo de Transición tiene un listo un plan para poner en marcha, al menos éstas han sido las declaraciones de sus dirigentes en cuanto a que cubrirán con sus burócratas los ministerios importantes y enviaran sus fuerzas para proteger las instituciones estatales, sobre todo las instalaciones petrolíferas.

Es probable que la autoridad provisional tratará de mostrar al mundo que es un movimiento creíble, que honrará los compromisos internacionales asumidos anteriormente por el país y que continuará con la venta de petróleo a un precio decente, al menos por un tiempo. En este marco, los países europeos recibirán su recompensa por el apoyo brindado a los rebeldes.

Pero aquellos que esperan que los leales a Khaddafi desaparezcan con rapidez después de cuatro décadas de reinado indiscutido sobre Libia se equivocan, en veinte meses (fecha en las que se ha comunicado que se celebraran elecciones) no les resultara fácil borrar los residuales del régimen que probablemente se conviertan en los próximos “insurgentes” e intentaran desestabilizar el nuevo gobierno del Consejo de Transición desde la clandestinidad y desde sus tribus, éstos residuos de Khaddafi seguramente realizarán ataques en venganza por un período de tiempo intentando boicotear ese proceso pre-eleccionario. Aun así, los ciudadanos libios disfrutaran de algunas cuotas de libertad y de cierto pluralismo después de años de gobierno de Khadaffi y hasta tendrán una oportunidad para desarrollar un país en democracia. Las declaraciones de miembros del Consejo de Transición han prometido una “democracia pluralista” una vez que Khadaffi fuera derrotado. El señor Abdel Khalil, uno de los jefes de la autoridad provisional aseguro que los rebeldes estaban empeñados en quitar al dictador para convertir a Libia en “un país de libertad”. Aunque también puede ocurrir que la oportunidad pase sin ser usufructuada por la ciudadanía si es que el ascenso al poder del Consejo de Transición favorece la llegada al gobierno de milicias islamistas en las próximas elecciones. Este aspecto es muy peligroso puesto que marcaría un efecto multiplicador de penetración yihadista de las instituciones libias. Y todavía nadie sabe bien quienes son “todos” los grupos que integran el movimiento de los rebeldes, de modo que sus acciones futuras pueden ser bastante impredecibles. Todo lo que se sabe de los rebeldes y del Consejo de Transición Nacional es que se formó en Bengasi con miembros de las organizaciones y fuerzas de la oposición política a Muammar Khaddafi. El Consejo incluye ex diplomáticos, burócratas, oficiales militares del antiguo régimen. También incluye dirigentes de movimientos y grupos de la izquierda política, marxistas, socialistas, nacionalistas árabes, islamistas y liberales. Por ello, la composición real del Consejo de Transición puede considerarse secularista e islamista, siendo éste último el grupo más grande y mejor organizado en todo el país. Las afiliaciones tribales también serán importantes en la integración del nuevo Gobierno, pero la división ideológica también será un factor determinante para proyectar el destino futuro del país. Otro elemento no menor ha sido que en los últimos meses hemos visto hacer declaraciones al ideólogo de la hermandad musulmana, el jeque Yusuff Al-Qardawi ha bendecido a los “rebeldes”, particularmente a sus fuerzas islamistas y casi todas las entrevistas de Al-Jazzera a comandantes rebeldes, las inscripciones que se leían en sus vehículos o los cantos de guerra de sus milicianos han sido inconfundiblemente islamistas, a ello hay que añadirle declaraciones del comandante militar de los rebeldes en Trípoli quien dijo que “sólo seguirá órdenes de aquello que esté en directa relación con la aplicación de la sharia”.

En otras palabras. Todo indica que el Consejo de Transición Nacional es una transnacional de doble identidad ideológica:”secular por un lado e islamista por otro”. Y es muy conocido que la estrategia de los islamistas a largo plazo es el establecimiento de un emirato en forma de califato regido por la sharia. Pero los islamistas libios, como sus homólogos de Egipto y Túnez son inteligentes y están demostrando saber como manejar a los occidentales a través de una buena táctica política. En primer lugar, ellos muestran una agenda “democrática y pluralista” a través del Consejo Nacional de Transición, cuando los residuales de Khadafi sean totalmente aplastados y los ministerios e instituciones militares estén ocupadas por sus cuadros políticos, entonces, allí será cuando mostraran realmente sus verdaderas posiciones. Seguramente esto no sucederá en el corto plazo, mientras tanto el petróleo seguirá abasteciendo a Occidente a buen precio con lo cual se mantendrán alejados de las presiones extranjeras. Pero cuando el poder este sólidamente en manos del nuevo Gobierno y los islamistas se apoderen de el, allí comenzará la ofensiva contra los secularistas y se consolidara la posibilidad de una nueva Libia islamista.

Como sucedió en Egipto y Túnez, los gobiernos europeos y la administración Obama apoyaron la caída del régimen Libio, eso era “lo correcto” en sus visiones y posiciones. Pero como en las anteriores “revueltas” que han tenido lugar en la región, Occidente acabara abandonando a los secularistas, a los liberales y a las minorías para asociarse, sin saber muy bien, con quien se ha asociado realmente. De allí que mas allá de la impericia y la torpeza de la dirigencia euro-americana, seguramente en el futuro ésta dirigencia entenderá que todo lo que ha hecho ha sido favorecer el avance islamista. Esto sucederá en Libia y, con el tiempo, comprenderán que han ayudado a reemplazar un dictador tradicional y autoritario dentro del mundo árabe por una nueva y peor dictadura de autoritarios islamistas que, infortunadamente, acabara fortaleciendo al yihadismo global.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.