Cultura

Remember, Remember, de Winifred Holtby

Remember, Remember. Winifred Holtby. Editorial El Nadir. 2011.

 

«Tampoco entonces soportaba el viento y ese ruido que hace al subir por el mar. Cuando estaba conmigo no me importaba tanto porque solía estrecharme entre sus brazos, y si el viento hacía algún ruido, me besaba y prometía cuidar de mí. Mi esposo era un hombre moreno, muy elegante y distinguido, y no tenía miedo de nada».

Página 46. Un día de viento.

«Armado con sus quejas, el segundo hombre fue capaz de robarle a su amigo la salud, la riqueza, la fortuna, el éxito y la popularidad. Pues la queja, que unos llaman Complejo de Inferioridad, es el arma de ataque más poderosa en el país de las hadas. Ningún corazón compasivo puede resistirse a ella y con ella, el hombre puede conseguirlo todo excepto la felicidad».

Páginas 63-64. La justicia de la reina (Un cuento en torno a los complejos).

«Creí que el pestillo vibraba y me acerqué hasta la puerta, dejando entrar por un segundo el oscuro tumulto de la tormenta. Páramo y cielo chocaban en un oscuro abrazo, pero ningún ser viviente se acercaba hasta el perímetro de nuestro candil. Y sin embargo, el viento parecía ir cargado de pasiones humanas. Encuentros extraños y despedidas, amores salvajes y crueles rechazos circulaban por la noche clamorosa».

Página 95. Hasta las colinas.

Remember, Remember es una colección de relatos de gran interés. Se lee con facilidad, pero se piensa. Deja un poso sobre el que es casi imposible sustraerse cuando la lectura terminó. La realidad de la que nos habla el libro está ubicada en la Gran Bretaña de principios del siglo veinte, pero el debate sigue siendo actual en su esencia, y ahí está la «Primavera Árabe» para hablar, entre otras cosas, de la autonomía de la mujer, y no de su interpretación y significación a través del hombre.

Los cuentos contenidos en este volumen hablan en su mayoría de mujeres, mujeres que viven por y para y a través del varón. A través de sus hijos, de sus maridos… por sus maridos. Mujeres cuya máxima aspiración es conseguir casarse, aunque el hombre sea pobre. Mujeres que, aun siendo independientes y teniendo sus propias profesiones, esperan la llegada del amor, del hombre, como el gran y único estado de felicidad suprema, negando la realidad incluso para poder seguir viviendo ese sueño de realizar su amor con un hombre que eligió otro camino. La autora parece reflejar un mundo, y con la mera observación estar alzando un grito de queja. Pero no se muestra idealista, no está en las nubes. Sus mujeres “independientes” no representan un modelo a seguir para las feministas. Por lo general estos cuentos están anclados en la dificultad de las mujeres para ver otros mundos más allá de sus maridos, incluso cuando éstos han muerto.

Es elogiable la naturalidad con que los diálogos se desarrollan, la claridad con la que la prosa avanza para el total y sencillo entendimiento para el lector medio, sin que nada de ello tenga que ver con los conceptos de simpleza o vulgaridad. Los sentimientos que se tratan (celos, falta de realización personal, deseos insatisfechos) no son fáciles de describir, y sin embargo la autora escribe sobre ellos con una facilidad digna de notar. La historia fluye y nos dejamos llevar por su corriente, ni demasiado rápida ni demasiado lenta, sin sobresaltos ni aburrimientos.

Es también notable la  traducción de Gora Zaragoza, quien se ha esmerado en los giros del lenguaje y quien, en la Introducción, demuestra el conocimiento y amor por la autora a la que traduce y comenta, de absoluta actualidad en países de habla inglesa como Reino Unido donde veíamos la versión original de la obra en las estanterías de las tiendas hace tan sólo unas semanas.

No haremos comentarios concretos sobre los relatos, que queremos que el lector descubra por sí mismo (y por eso quizá aconsejemos la lectura de la Introducción al final, o al menos la parte en la que detalla la historia que se desgrana en cada uno de los cuentos), salvo en dos casos particulares:

Acuérdate… es un relato que deja un magnífico sabor de boca. El único en el que, en verdad, la mujer, que está sola, es mayor, y abandonada momentáneamente por la familia -que tiene otras cosas más divertidas que hacer- es capaz de bandeárselas por sí misma. Es verdad  que su recuerdo se escapa hacia el marido fallecido, pero es ella quien se enfrenta al reto de la soledad y a las pequeñas cosas que necesita hacer a pesar de su edad, y las consigue exitosamente. Su libertad se encuentra en el pensamiento y es su fuerza de voluntad lo que la lleva a levantarse y cerrar la ventana, por ejemplo. Una demostración de deseo y capacidad frente al egoísmo superficial y despreocupado de la generación joven de mujeres con quien la «enfrenta» el cuento.

La justicia de la reina es, yo diría, el más original de los relatos, o al menos es más diferente del conjunto, por cuanto trata temas de la vida real en un mundo de fantasía. Son las (femeninas) hadas quienes gobiernan y quienes conceden (buenos y malos) dones a los hombres. Pero estos, al igual que en nuestro día a día, encuentran difícil ser felices, cualesquiera que sean las virtudes y defectos que se les han concedido. En este relato la Reina Madre afirma:

“Vinisteis a mí en busca de justicia y la tenéis. Tendréis que volver y buscar la felicidad por vosotros mismos si tanto la anheláis. No tiene nada que ver con la justicia y ningún hada madrina puede concederla. Ahora, marchaos y jugad”. (Página 64).

Nada más cierto, la felicidad hay que buscarla uno por sí mismo, sea hombre o mujer, alto o bajo, feo o guapo. Y esta es la gran enseñanza, que de forma un tanto shakesperiana nos transmite la autora, al final.

Un libro delicioso, de lectura agradable con grandes dosis de inteligencia distribuidas en una prosa excelente.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.