Conocí a Martín Figueras durante la celebración de la pasada Feria de Otoño de Biescas (Huesca).
Allí, entre puestos de aperos para la ganadería, exposiciones de sementales vacunos, caballos, ovejas, perros de mushing… se encontraba él, rodeado por una extensa colección de cuadros, porque si no lo he dicho, Martín Figueras es pintor, un artista, un creador.
Me llamaron inmediatamente la atención sus obras. Tan cercanas, tan creíbles, tan reales… Representaciones de un colorido mundo rural que pugna por desprenderse de su lienzo y escapar, huir para hacerse real.
Y es que cuando Martín Figueras pinta, se hace con el dominio de las tres dimensiones. Las casas, balcones, chimeneas, puertas y ventanas; las calles, los empedrados; rasgan la planitud de la tela y se lanzan hacia el observador, que puede acariciarlas, sentirlas…
Martín Figueras me regaló un instante de belleza, que le agradezco de corazón.