Las imágenes creadas por el artista Jan Saudek (Praga, 1935) impresionan por su emotividad, su sordidez y su claridad expresiva. Todo junto o por partes. La mujer, como protagonista, desempeña un papel fundamental en su obra. Casi siempre imbuída en un ambiente oscuro y melodramático. Lo onírico también es parte de ese espectro panorámico que ha absorbido a sus personajes. El juego sexual es otro de sus componentes más poderosos, con el que juega a un juego de apariencia diabólica o simplemente profundo. El mundo, para Saudek, gira alrededor de la mujer, pero de una manera particular, extraña y sobrecargada de emociones; como si la paz fuera una utopía para ellas.
Las imágenes de Saudek transmiten una violencia encubierta por la lobreguez de sus paisajes y retratos. Tanta oscuridad no es gratuita. Su origen es incierto pero está presente. La violencia verbal, psicológica y física aparece en la mente del espectador sin mencionarla de manera demasiado evidente cuando éste se abstrae de todo en la contemplación. Da la impresión de que sus musas han sido arrojadas de algún paraíso perdido hacia la nada existencial de Sartre. Nada queda para ellas; las musas son lo que son: unas desposeídas de todo y, desde luego, de sí mismas.
La culpa, la redención y los deseos carnales son algunos de los matices temáticos que aborda Saudek en sus obras. Todo es abundante en sentimientos y pasiones. Son estas mismas a su vez lacerantes. Si el primer paso, antes de cautivar al lector, es impresionar por medio de duras escenas, el siguiente paso es instalarles en el mundo Saudek: el tétrico universo que está a la vuelta de la esquina. O, quien sabe, estaba ahí desde hace mucho tiempo, en la psique del espectador, y había sido aplacado por un absurdo optimismo.
Si la repulsión fuera una característica favorable para un artista, Saudek se llevaría buena parte de ella. Esta repulsión me parece provocada adrede por el artista checo, para que el espectador supere esa primera prueba y se sumerja en la historia que nos quiere contar. Superadas todas las pruebas entendemos lo que nos quiere decir con un lenguaje sencillo (algunos lo podrían ver como artificial, vulgar o Kitsch) sin pretenciones académicas o virtuosas.
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