EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
Hace pocos días el máximo responsable del Banco Central Europeo, Mario Draghi, seguramente en un intento por levantar el ánimo de personal dijo que ya había pasado lo peor. Lo peor no ha pasado, está por pasar, eso lo tenemos todos muy claro, y más claro lo tiene aun la ministra de Trabajo Fátima Báñez, que se ha encomendado a la Virgen del Rocío de la que ha admitido que es devota, la ministra se ha manifestado sobre la crisis con estas palabras: “Estoy muy emocionado porque un capote de la Virgen del Rocío siempre llega y la embajadora universal de Huelva nos ha hecho un regalo en nuestra salida de la crisis y en la búsqueda del bienestar todos los días de los ciudadanos”, Esto me recuerda aquello que se contaba de que los habitantes de un pueblo asolado por la sequía le propusieron al párroco sacar al santo en procesión y hacer rogativas para que lloviera, a lo que el cura respondió: “Yo no tengo ningún inconveniente en sacar el santo a la calle, pero sí os digo que el tiempo no está para llover”. Lamentablemente y sin que esto suponga por mi parte un gesto irreverente a la Virgen del Rocío, por muchos capotazos que esta pueda echarnos no nos va a ayudar a salir de la crisis, la cosa depende de otra santa: Santa Ángela Merkel, que capotazos no nos está echando pero si está claro que nos está toreando, sobre todo a Mariano Rajoy. Si ves que viene un toro, confía en Dios y no corras. Los incrédulos suelen decir: “Fíate del Diablo y no corras”.
Aquí está claro, solo queda, por lo que dice la ministra, el recurso de sacar el santo y hacer rogativas aunque el tiempo no esté para llover. Cuando ves a políticos como Fátima Báñez encomendarse a la virgen, mala barraca, y como dijo aquel, “la situación es desesperada -no hay esperanza- pero no grave”. El “ya ha pasado lo peor” dicho por el presidente del Banco Central Europeo, me recuerda aquella costumbre que tenía yo que sentados a la mesa toda la familia, mi esposa y mis cinco hijos, estos eran pequeños, para comer, al finalizar solía decir: “Bueno, ya ha pasado lo peor”, hasta que un día uno de mis hijos, quizá picado por la curiosidad, me preguntó: “Papá ¿porqué cada vez que acabamos de comer dices que ya ha pasado lo peor?” A lo que le respondí: “Hijo mío, lo peor que hay en esta vida es no comer. El no comer es el origen del deterioro de la salud de las personas”. En mi caso yo decía “ya ha pasado lo peor” porque era evidente que en la mesa había, o hubo, comida, pero que Mario Draghi diga que “ya ha pasado lo peor” cuando en la mesa ni tan siquiera se ve una rebanada de pan, me parece una afirmación tan gratuita como irreflexiva. ¿Ha dimitido ya Carlos Dívar?