Fairy tales for writers. Lawrence Schimel. A Midsummer Night’s Press.*
«We call them sleeping beauties, these authors
who blossom in a later season, their measured, mature prose
a welcome antidote to the youthful brouhaha
that’s all the rage in the marketplace these days».
SLEEPING BEAUTY.
«Los llamamos bellas durmientes, esos autores
que florecen en una temporada tardía, siendo su prosa madura, comedida,
un bien acogido antídoto contra el juvenil alboroto
que es la moda en el mercado hoy en día».
LA BELLA DURMIENTE.
«[…] Who else
would know how writing again after a dry spell
Felt exactly like coming home at last?»
HANSEL & GRETEL.
«[…] ¿Quién más
podría saber cómo volver a escribir después de una temporada de sequía
produce el mismo sentimiento que regresar finalmente al hogar?».
HANSEL & GRETEL.
Es algo interesante y hermoso dar con obras cuya clasificación es difícil. Porque las etiquetas limitan y porque eso implica una novedad que estimula la lectura cuando la originalidad contenida en el libro no resulta incomprensible o mero alarde técnico sin contenido. Porque su riqueza hace imposible encajarla en la estantería entre los otros libros de Poesía del 27 o Narrativa Femenina, por citar algunas clasificaciones (casi siempre discutibles). Pero si de algo no se puede acusar a Lawrence Schimel es de falta de contenido o mensaje. Por eso también
Fairy Tales for Writerses una lectura deliciosa y una concepción brillante. Los poemas, escritos en inglés, (no hay que olvidar el origen neoyorkino del autor aunque también escriba en español) tienen los nombres de los clásicos de Perrault, los hermanos Grimm, Andersen… Es decir, Caperucita roja, Cenicienta, Hansel y Gretel, La bella durmiente, La princesa y el guisante… Pero el autor se las apaña muy bien para encontrar esa metáfora que hace de puente con cada uno de los poemas/cuentos/reflexiones narrativas. Y suele ser un puente de gran belleza y sentido para los escritores, el mundo editorial y el prodigio de la creación y la pasión literaria. De igual forma que los cuentos originales esconden (o revelan) una realidad del mundo que nos rodea o de nuestra propia naturaleza, estos poemas abren para el lector verdades íntimas, secretos o significados del mundo de los escritores que a veces no resultan tan obvios pero sin duda son auténticos: la necesidad imperiosa de escribir, de la que hablase tan bien Capote; la calma y satisfacción de ser capaz de crear después de un tiempo de «sequía» o improductividad; la autoafirmación de pertenecer a una gran familia de «lectores»; etc.
A destacar, desde mi punto de vista, lo redondo de “El patito feo”, del que destacaremos algunos versos:
«Not only paupers dream of having
been born in the wrong family, of one day
finding themselves restores to the royal
palace, where they’ve always -they knew
it all along!- belonged».
THE UGLY DUCKLING.
«No solo los pobres sueñan que, habiendo
nacido en la familia equivocada, llegará un día
en el que se encontrarán reinstalados en el palacio
real, al que ellos siempre -¡lo han sabido todo el tiempo!- han pertenecido».
EL PATITO FEO.
“But as he grew, oh that joy of discovering,
at last, online and at school, a community
of other readers, who took delight in the written word!”
THE UGLY DUCKLING.
“Pero, al crecer, ¡oh esa alegría de descubrir,
al fin, en internet y en la escuela, una comunidad
de lectores, que se deleitaban en la palabra escrita!
EL PATITO FEO.
En este poema se habla, como en el propio cuento, de aquellas “especies” que son despreciadas por su diferencia. Su diferencia, en esencia, los vuelve especiales, enriquecidos, más bellos o más sensibles, pero su peculiaridad puede granjearles el rechazo de las mayorías que no se identifican con ellos y que pueden llegar a ridiculizar su especialidad, bien por envidia, o bien por incapacidad de apreciarla. Esto es de lo que habla el cuento original, pero el poema da una vuelta de tuerca al centrarse en el gusto por la lectura. Aunque parezca algo extraño, pues la lectura se supone enriquecedora y por lo tanto, algo bueno en sí mismo, es cierto que provoca cierto rechazo no sólo entre los niños (el que lee puede ser rápidamente nombrado empollón o nerd) sino incluso entre los adultos, que ven amenazados su “superioridad” frente al niño que lee o que “pretende llegar más lejos que ellos en la vida”, “saber más”, “demostrarles algo”. Quien pertenece a esta comunidad de lectores sabe de lo que hablo.
Los finales, como en los cuentos, como en la vida, pueden ser felices, dolorosos (piénsese en La Sirenita) o agridulces, pero eso solo traduce con fidelidad lo que es la realidad. Lawrence no edulcora, ni dramatiza, plasma con acierto lo que vive el autor y lo que es su mundo.
Todo lo anteriormente dicho, desde luego, no implica que sólo un público escritor pueda disfrutar de la belleza y la reflexión contenida en estos poemas. Basta con un poco de sensibilidad y una pizca de ironía, para poder apreciar la inteligencia aplicada y la riqueza metafórica de estos breves textos que, ya se sabe precisamente por su extensión, son doblemente buenos.
*Todas las traducciones corren a cargo del autor del artículo. Aunque existe versión traducida del propio Lawrence Schimel respecto al poema «La bella durmiente», y el fragmento citado fue traducido por él de la siguiente forma:
«Les llamamos <<bellos durmientes>>, esos autores
que florecen en una estación otoñal, su prosa madura y precisa
un antídoto oportuno contra la algarabía juvenil
que está de moda en el mercado hoy en día».