Mientras trabajaban, el Maestro un día le contó a Sergei la historia de un devoto avaricioso:
– Un alto ejecutivo, de esos que ahora tanto admiras se encontró en apuros porque no iba a poder atender un pago importante. Entonces, se acordó de su fe de niño y se fue al templo. Se postró ante la estatua del Altísimo y le prometió que, si le solucionaba su enorme barullo económico, vendería una casa y entregaría su importe a los pobres. Así fue. Llegado el momento, se le solucionaron sus problemas y puso un cartel ante la casa que iba a vender: “Se vende casa con perro incluido”. Unas personas fueron a preguntar y el honrado ejecutivo les dijo: “La casa vale cinco monedas de plata, el perro cien mil. No se venden por separado”
– ¡No me diga lo que viene a continuación!
– Vendió la casa con el perro por la suma establecida y se dirigió al templo para entregar las cinco monedas de plata con destino a los pobres.
– ¡Hasta se chalanea con la Divinidad!
– ¡No me digas, Sergei, no me digas!
J. C. Gª Fajardo