Aprovechando que hoy se estrena Ponyo en el Acantilado, dirigida por Hayao Miyazaki, quiero aprovechar para dar a conocer más si cabe la figura de este genial director, responsable de muchos de los grandes éxitos de la animación japonesa tanto en series de televisión como en la pantalla grande. Desde hace más de veinte años (NausicaÁ¤, el valle del viento fue uno de sus primeros grandes éxitos, en 1984) Hayao Miyazaki es considerado el mejor cineasta japonés de animación. El público de occidente comenzó a descubrir su obra —en un orden que no respeta la cronología— con Porco Rosso en 1992, película que relataba las aventuras de un cerdo aviador. Desde entonces, cada uno de sus largometrajes ha provocado gran sensación y verdaderos fenómenos sociales. Sus films no solo destacan la originalidad de las historias que nos cuenta, sino además por la gran el cuidado y detallismo que podemos apreciar en sus obras.
Hayao Miyazaki nació en Tokio en 1941. Su juventud la marcan la guerra y la imagen de una madre enferma que permanecerá en cama durante nueve años. Su padre y su tío dirigen una sociedad que fabrica timones para aviones. Muestra rápidamente una gran pasión por la aviación y, más tarde, por el dibujo. En 1963, provisto de un título de economista, entra en la Toei Animation, el estudio más importante de Japón. A continuación, seguirán veinte años de trabajo durante los cuales subirá todos los escalones dentro de la profesión (animador, guionista, realizador, productor) hasta acceder a la independencia total en 1985 con la creación de Studio Ghibli.
Cuando entra en la Toei (Candy Candy, Los caballeros del Zodiaco), Miyazaki tiene veintidós años y en el país impera la moda de las series largas de televisión. Los efectivos del estudio son enormes (más de 500 empleados) y Miyazaki se siente pisoteado por este gigantismo. Con su compañero Isao Takahata, sueña con guiones más sutiles, capaces de divertir tanto a padres como a hijos.
En 1968, colaboran en Horus, príncipe del sol, que por su narración marca un antes y un después en el mundo de la animación nipona. En 1971, Miyazaki y Takahata abandonan la Toei. Miyazaki tiene varios empleos en diferentes productoras, siempre con el mismo objetivo: hacer un largometraje. Pasarán ocho años antes de crear Arsene Lupin y el Castillo de Cagliostro (1979).
Después deja temporalmente los dibujos animados para firmar un manga en siete entregas, NausicaÁ¤, el valle del viento, que es su primera creación original relevante. En la historia, que narra el combate de una princesa que vive en un planeta consumido por la industria, encontramos dos elementos que se repetirán en sus películas: el pacifismo y la obsesión por la ecología. Es el gran giro de su carrera. Así nace Studio Ghibli (patronímico elegido por Miyazaki en memoria a un avión de caza italiano).
Miyazaki firma seis largometrajes de los cuales cuatro hacen estallar las recaudaciones de taquilla: Mi vecino Totoro (1988): 2 millones de espectadores; Porco Rosso (1992): 3 millones; La princesa Mononoke (1997): 17 millones; y El viaje de Chihiro (2001): 23 millones.
Tras recibir un Oso de Oro en el Festival Internacional de Cine de Berlín y un Oscar por El viaje de Chihiro, Miyazaki enlaza con otros dos cortos destinados al Museo Ghibli, un museo que en gran medida está consagrado a sus obras, y que tiene una gran aceptación. En 2004 dirige El castillo ambulante y Ponyo es su última obra.
La persona de Miyazaki ha estado muy presente en numerosas series de animación japonesas Heidi, Sherlock Holmes, Conan el niño del futuro, Ana de las tejas verdes, Lupin III…
Estoy seguro que veremos en Ponyo una nueva obra maestra de este magnífico director.
Fuente: Aurum S.L.