Como profesor de idiomas en Lima, muchas veces tengo espacios de tiempo libre entre clases. En un extremo del espectro están los espacios cortos y apurados, mientras que en el otro extremo se encuentran los periodos de larga resistencia, maratónicos. Estos últimos desafÃan mi creatividad de maestro hasta niveles de fábula, especialmente cuando no hay a la mano algún buen libro para leer. En uno de esos consabidos trechos de tiempo muerto para mi bolsillo, de mediana duración, tuve la ventura de almorzar en un pequeño restaurante de las inmediaciones. La demanda de comida a esa hora hace que los parroquianos compartan mesas para no perder la hora reglamentaria de refrigerio, asà que compartà mesa con un par de desconocidos, limeños por el acento, de la nueva cepa trabajadora. Uno de ellos hizo un comentario, asumo bajo la opresión del silencio entre comensales y la conversación arrancó.
El sábado sale la procesión del Señor de los Milagros, dijo. SÃ, el sábado se dirige a la catedral tachonó el otro. ¿Y ustedes acompañan ese dÃa? quise saber. No, ninguno de ellos habÃa sido parte del millón de acompañantes los últimos años (yo nunca, si no cuento el año en el que desde un tercer piso en el centro de Lima pude ver a la imagen, oler a los procesionantes y sus sahumerios, soportar a sus vivanderas y sus humaredas). ¿Han escuchado de los 16,000 soles que un tipo se habÃa agarrado del fondo de la Hermandad del Señor de los Milagros? Un directivo de la Hermandad. Claro, sà éso es costumbre, sólo que esta vez llegó a la prensa. ¿De verdad se robaron 16,000 soles? Uno solito, salado que el asunto lo destapó la televisión este año. SÃ, pues. Caramba.
Hoy dÃa creo que es el dÃa del anciano. No, fue ayer y lo celebré con mi viejita. Hmm, ahora hay dÃa para todo. Sà pues, para que compres regalos. Hay hasta el dÃa del amigo. El primero de julio, cerveza que da miedo. ¿Habrá el dÃa del huevón? creo que en Argentina hay el dÃa del boludo y seguro que en España celebran el dÃa del gilipollas. No sé, quizá. HabrÃa que celebrarlo, conozco varios que cumplen los requisitos. Y se les puede regalar huevadas (boludeces, gilipolladas), ni cuenta se darÃan, se los huevea no más.
Como quien no quiere la cosa, asà pasaron 40 minutos de los 180 que tenÃa que desperdiciar antes de reingresar al instituto. Leà los diarios con sus noticias de siempre (creo que los periodistas publican el mismo menú semanal cambiando sólo los nombres de personas y lugares). Leà un par de capÃtulos de Roberto Bolaño (el escritor, no el comediante con su letra esa adicional). Leà un artÃculo de biologÃa en inglés para desarrollar en clase con mis alumnos del turno noche. Leà medio correo electrónico, suficiente para saber que mi clase se habÃa cancelado. De vuelta en el pueblo, 2 horas después, me preguntaba si habrán oficializado ya el DÃa del Huevón.