Josep Pla (1897-1981). Licenciado en Derecho y periodista. También el escritor más leído de la literatura en catalán durante 25 años de después de su muerte. Pues bien: justo el día de la proclamación de la República fue enviado a Madrid como corresponsal parlamentario del periódico La Veu; es, en esa época de revueltas y componendas cuando escribió su dietario Madrid. El advenimiento de la República. En cuya contraportada se puede leer “Crónica de la ciudad de Madrid en los primeros meses de la República y de los políticos más relevantes: Azaña, Lerroux y Maura. Pla describe uno de los periodos más interesantes de la historia de España, desde su punto de vista irónico y sus controvertidas opiniones”.
De esa época de contraventuras da buena cuenta el propio escritor y político. Pues, pese a que Madrid es la ciudad ideal para su salud, según cuenta él mismo, también dice que la capital de España no le gusta casi nada. “Y bien: -añade- resulta que mi anatomía se aviene con el clima de Madrid. Esta ciudad supone para mí un sedante. A aparte de esto y del Museo del Prado y algunas otras construcciones de obras de arte, confieso que de Madrid apenas me interesa nada…”. Y seguidamente, se despacha a su gusto despotricando sobre lo mal que se come en la capital del Reino. “La cocina de esta importante ciudad es de una monótona vulgaridad”. No le gustan los garbanzos, tampoco los huevos fritos ni el bistec con patatas. Ni los vinos. ”Los vinos nacionales son de una pretensión grotesca”. Ni le interesa el teatro que se hace en Madrid en esa época, y añade que en esta ciudad el interés por los libros es escaso. Y, en general, “que es una cosa vacua e hiperbólica pasada de moda”. Finalmente, y en otro orden de cosas, pone el acento en los políticos, de los cuales solo se salvan de la quema Azaña y un par más.
Pese a todo, hay que reconocer que Josep Pla fue un prolífico y buen escritor. A mí me gustó en su día El cuadern gris [El cuaderno gris]. Y es justo decir que su obra -bastante extensa- se compone de 47 volúmenes y más de 30.000 páginas, procedentes de 120 libros.
Y otro punto a destacar de su buen hacer literario es que, en casi toda su creación literaria emplea un estilo sencillo, irónico, sobrio, así como una prosa de indudable transparencia, siempre alejada de artificios y escrituras vacuas.
Conoció la dictadura de Primo de Rivera, la República, la Guerra Civil, el régimen franquista, y escasamente la democracia instaurada por fin en España tras la muerte del Franco. Y muchas cosas más relacionadas con la política, en lo que no podemos explayarnos por carecer de espacio.
No obstante su largo recorrido y profundos conocimientos de la política española en tan dilatado periodo de tiempo, entiendo que fue un hombre un tanto voltario. Razón por la cual tal vez el reconocimiento de los propios catalanes por la gigantesca figura literaria no resultó muy convincente. Incluso fue controvertida la negativa a concederle el Premio de Honor de las Letras Catalanas.
Así fue. Pero es que además de lo ya comentado, había fundadas razones para ello, pues visto de desde la perspectiva política, durante un tiempo -aunque escaso-, fue simpatizante de la república; y más adelante no hizo malas migas con Franco (aunque al final tuvo una gran resistencia cultural contra el régimen). Todo esto compone un galimatías de variables contrapuestas que, francamente, se comprende que desconcertara a propios y ajenos.