Consonancias, 57
El Teatro Principal de Zaragoza ha incorporado a su programa navideño esta nueva versión de un cuento universal hecho música por Tchaikovski y danza por Marius Petipa hace más de un siglo.
La piedra angular de un verdadero artista, en cualquier género, es su capacidad de recrear los grandes temas de una manera original, fieles al espíritu pero innovadores en la letra: vino nuevo en odres viejos. Esa condición está siendo cumplida por LaMov a lo largo de su trayectoria; la última muestra es el espectáculo ‘La Bella Durmiente’ que ha llenado el principal foro escénico zaragozano durante cinco días.
Cerca de cinco mil personas de todas las edades, con una notable proporción de niños en edad escolar, han disfrutado de la puesta en escena de este montaje de la compañía dirigida por Víctor Jiménez, que fue estrenado el pasado mes de octubre y que cuenta con la participación del Auditorio de Murcia en cuanto a los elementos audiovisuales diseñados por Carlos Belmonte.
Esa numerosa presencia infantil, sorprendentemente respetuosa y atenta, es un logro destacable desde el punto de vista de la educación del gusto musical y artístico.
“Nunca es pronto para que los niños se acerquen al teatro”, ha señalado el director de LaMov con muy buen criterio. A veces se piensa que son los títeres o los payasos quienes mejor van a ‘fijar’ la atención de los más jóvenes al hecho escénico, pero la experiencia señala que cuando hay calidad y refinamiento sereno en un espectáculo, el camino está abierto, sobre todo si existe una cierta preparación argumental por parte de los padres, los abuelos o la familia en general, además de los educadores. La comprensión del mensaje es fácil: este cuento de hadas, bien narrado, expresa los riesgos de la vida, la evolución del ser humano y las consecuencias del tesón en perseguir y conseguir un sueño, como también ha señalado Víctor Jiménez.
Desde el punto de vista artístico hay que resaltar el elemento audiovisual que soporta la coreografía, la novedad de ésta, y la destacada actuación de casi todos los bailarines, sobre todo de la pareja formada por Elena Gil y Antonio Ayesta, que interpretan a los padres de Aurora, la Bella Durmiente. También Vinnie Prisbey, en el papel protagonista, y Mattia Furlan, como el príncipe, están a buen nivel.
Se hace un homenaje al creador de la primera versión del ballet, el mítico Marius Petipa, manteniendo su creación del paso a dos de la boda de Aurora. La introducción de breves apuntes verbales, superpuestos a la danza, añade cierto mordiente al espectáculo.