Se oyen de vez en cuando –e incluso se leen en la prensa escrita, sección Cartas al director– algunos comentarios sobre el excesivo precio de las entradas para escuchar conciertos de música clásica.
Esto ocurre en Zaragoza y seguramente también en otras ciudades españolas.
Quienes se expresan de ese modo tienen todo el derecho a hacerlo, pero carecen en absoluto de razón. Probablemente se fijan en el costo individual para escuchar a orquestas como la Copenhagen Philharmonic Orchestra, la Symphonieorchester des Bayerischen Rundfunks, la Dresdner Philharmoniker, la Filarmonica della Scala de Milan que tienen anunciada su intervención en los próximos meses de marzo, abril y mayo dentro de la Temporada de Grandes Conciertos de Primavera, que organiza el Auditorio.
Se trata de agrupaciones de primerísima línea, que juegan en la división de honor de la liga europea de la música. La ventaja es que no compiten entre ellas y todas son campeonas en el momento de su intervención. Las plateas del Auditorio –las localidades más caras– cuestan entre €70 y €90 sacadas individualmente. El abono más caro para la Temporada que incorpora estos conciertos cuesta €475.
En esa cantidad se incluyen otros conciertos ya celebrados o de próxima ejecución a cargo de la Orchestre Philharmonique du Luxembourg, la Orchestre National du Capitole de Toulouse, la Orquesta Sinfónica del CSMA, la Camerata del CSMA-Cuarteto Quiroga y el prestigioso conjunto internacional Al Ayre Español, todas ellas formaciones igualmente de primera línea, incluidas las que proceden del Conservatorio Superior de Música de Aragón (CSMA) que ha alcanzado cotas de excelencia equivalentes –y a veces superiores– a las de los muchos conjuntos profesionales. El precio medio de las plateas más caras es, en consecuencia de €47.5, pero si nos vamos a las localidades más baratas, las del coro, el costo medio de los 10 conciertos no alcanza los €30.
Un simple cotejo con el precio de las localidades de un partido de fútbol de la liga de campeones en España –la duración es similar, en torno a las dos horas, descanso de 15’ incluido– nos dará un resultado elocuente. Es indudable que los 22 jugadores, los suplentes, los entrenadores, los auxiliares, los árbitros y demás gente involucrada directamente en el espectáculo deportivo tienen su mérito y los precios de las localidades lo explican, aunque en algunas ocasiones no lo justifiquen. Concretamente, a mi entender, no se justifican las millonadas de las primeras figuras, por muy elaborado que tengan el juego de sus pies. Pero este mundo es como es, el negocio es el negocio, y la gente tiene sus preferencias. Respetemos.
A los melómanos nos parece mucho más difícil el juego de las manos de un pianista de primera línea, o de un oboísta, o de un violinista, o de un director de orquesta. Como las comparaciones son siempre odiosas, dejémoslo aquí.
Volviendo al tema inicial, a los quejosos del precio de la música clásica hay que recordarles que existen ciclos muy dignos, como los de Introducción a la música de los domingos, en los que por €55 se puede asistir a 14 conciertos, lo que da una media que no llega a los €4 por concierto. Y si tomamos la tarifa de las plateas –la más cara– de este mismo ciclo, la media no llega a €6 por concierto.
¿En qué partido de primera división –e incluso de segunda– del fútbol español se pueden encontrar localidades a ese precio?
Y aun podría hablarse de otros ciclos musicales de gran calidad y bajo coste, como los de la Orquesta de Cámara del Auditorio-Grupo Enigma, la Sociedad Filarmónica y los del Ciclo de jóvenes orquestas .
Como guinda de tan suculento pastel, están los conciertos del CSMA, éstos absolutamente gratuitos. ¿Hay quien de más por menos?