Inquietante. El treinta y cinco por ciento de los españoles no lee ningún libro”
¿Inquietante o ruborizado?
Existe una seria preocupación en el mundo del libro de rico contenido y ediciones de garantía frente a los grandes supermercados que exponen un amplio espacio dedicado al libro de impacto mediático. No son pocos los profesionales de la edición y la distribución de tan necesario objeto del deseo, que oteando el horizonte con mirada horizontal y los píes firmes en el suelo consideran, que no se tardará mucho en que en estos concurridos lugares de la cultura de consumo como son los grandes supermercados, en lo que respecta a las “novedades literarias” se reduzcan a un par de docenas de títulos de escritura de masas para gregarios afanosos del puro entretenimiento. Es decir, best-seller, algo que se puede considerar novela, pero no novela literaria de calidad. La diferencia es enorme, lo difícil es hacerlo ver a ese lector medio que ha sido apresado por un tipo de publicaciones de mero entretenimiento mediocre.
No encontramos entonces ante una situación muy semejante a la del cotidiano mercadeo de “todo a X euros”, lo más parecido a una tienda china de mansedumbre adicta a productos de dudosa calidad. Situación que nos obliga al análisis comparativo, ante este cuadro sociológico de la cultura consumista de masas. Fenómeno a tener muy en cuenta dada la fiebre sociológica provocada por el escaparate mediático de espaldas a cualquier oferta de calidad por una lectura entre media y alta. Lo que con merecida justicia se debe considerar “Buena literatura” sin estridencias.
Ante este desafío marginador frente a la lectura con contenido, también se puede encontrar la cara buena de una oferta literaria de calidad intentando un encuentro con el pasado. Me refiero al apoyo de esas librerías cada vez más minoritarias en el punto de mira, que en tiempos vividos fueron familiares, comunicativas y dialogantes entre librero y lector, que tan importante papel durante considerables decenas de años significaron.
Claro que la recuperación de valores tendría que ser fruto de una labor lenta de boca a boca, dedicada a comunicar a ese lector medio, que la ignora, la ventaja y garantía que ofrece el tipo de librería sólida y rica, no solamente con el libro de calidad de un catálogo bien surtido, sino también la información que siempre ofrece el librero profesional, que no se debe confundir con un vendedor de productos en cadena.
Y para dicha labor, los que ejercemos la crítica literaria porque amamos y defendemos la buena literatura frente a la escritura de puro entretenimiento, debemos manifestarlo sin reparo. Fundamentalmente, porque la literatura de calidad también entretiene. Por ejemplo. Anna Karenina es la mejor y más hermosa novela de amor de inquietante lectura de toda la historia de la narrativa amorosa y la mujer valiente. Lo que se dice un auténtico folletón con lágrimas incluidas pero escrita con maestría y compromiso ajeno a su comercialidad. Luego prestémosles atención a lo que señala André Gide:“Ante ciertos libros, uno se pregunta: ¿quién los leerá? Y ante ciertas personas uno se pregunta: ¿qué leerán? Y al fin, libros y personas se encuentran«.