“Una característica inmutable del poder es sospechar de la cultura. A lo largo de la historia la literatura se revela como una actividad incómoda para el poder, cuya constante tentación es prohibirla o, al menos domesticarla”
Meditación perfecta, sin aspavientos, esta cita del autor de El Sistema para afrontar la manifiesta denuncia reflexiva que muestra el contenido de esta novela, toda una acusación envuelta de ficción, donde se analiza la tragedia social en tiempos futuros. Cuyo autor ha sido merecedor del Premio Biblioteca Breve 2016, con tan sorprendente y tensa obra.
Ficción literaria que se alimenta de la placenta y mala hierba presente en nuestra sociedad actual, exponiendo la desalentadora realidad de un campo sembrado de males y deshumanización alienadora.
En ella se une presente con ese futuro planteado desde la ficción, soportando día a día la convivencia de tan pestilente estercolero.
Distopía de una sociedad ficticia indeseable en sí misma que nos traslada a un Estado de mañana con una exposición aprensiva a modo de tragedia griega en la que flota imperativamente esta sociedad bajo el peso alienador de la avaricia de un nuevo modelo de dictadura donde “Los saberes humanísticos han sido secuestrados en nombre de la utilidad”.
Elaborado ejemplo creativo de compromiso literario advirtiendo que no estamos ante una caricatura literaria, sino a la más cercana realidad del futuro no lejano como muestra avanzada que ha bebido en los veneros de El Catillo de Kafka, el Aleph de Borges y los planteamientos de Orwell en su 1984.
Llegué a la novelística de Menéndez Salmón (Gijón, 1971), allá por 2007 con la lectura de La ofensa, todo un descubrimiento y primer título de la trilogía a la que siguen Derrumbe (2008) y El corrector (2009). Lecturas más que suficientes para considerarlo joven y asentado maestro poseedor de una escritura envolvente que invita y obliga al lector a interrogarse y meditar sobre el compromiso del ser testigo no mudo o nada.
Por si me quedaba alguna duda, con La luz más antigua (2010) que reafirmé con la cita de Víctor Hugo: “No hay ni malas hierbas ni hombres malos. No hay más que malos cultivadores”, sin olvidar La noche feroz (2011), terror de fondo de una guerra fratricida, El Sistema es una oferta o desafío sorprendente, que conmueve por su denso contenido. Cuestión que sin duda alguna muestra una honesta y justificada altura literaria, al margen de cualquier sospecha mediática complaciente del mundillo literario de escritura para el entretenimiento.
El Sistema se presenta ante el lector como historia que transcurre en un archipiélago donde conviven dos fuerzas: los propios súbditos de las islas, y los ajenos, desterrados tras disputas ideológicas y económicas. Situada en época futura, descrita con estudiada forma y estilo narrativo, tenso y complejo, firme apuesta del escritor Menéndez Salmón en esta nueva etapa de compromiso con su propia creatividad y estilo, cambiando la panorámica de su narrativa en esta ficción, partiendo de la presente realidad que traslada a la ficción no despegada del presente.
Esto provoca la pregunta: ¿Que es la historia en sí, donde situarla y calificarla? Y el autor responde: “El Sistema es una novela inquisitiva, y como tal, es imposible que renuncie al debate intelectual. Considero una petición de principio esa relación entre escritura e idea. Ninguna literatura importante puede construirse sobre la banalidad. La literatura es lo esencial o no es nada: se convierte en humo, en fantasma, en simulacro.”
Posiblemente el lector medio, ese que se desenvuelve siempre de posible víctima ante el torbellino publicitario que en muchas ocasiones logra atraparlo y lo sitúa proclive a lectura fácil de puro entretenimiento, al abordar el contenido de esta novela se puede sentir desalentado, situación con ciertas dificultades de seguimiento por las claves del trazado narrativo. Las actitudes e utilización de la palabra del solitario protagonista ante la realidad del Sistema, compuesto de agudos planeamientos provocadores en la conciencia del escritor al considerar que “El progreso científico y tecnológico no ha llevado aparejado un progreso en el orden ético o en la construcción de un mundo más justo”… El miedo, creador de incertidumbre, es una premeditada planificación de los poderes establecidos que con pericia de pura comedia provocan miedo permanente en la sociedad.
Razón firme del autor conocedor de como se manifiesta la “Púrpura literaria”, que pesa tampoco poco en España, “Entre otras cosas porque la consideración del intelectual es mínima si se compara con países como Francia o Alemania, por no hablar del ámbito anglosajón”. Una triste verdad que con insistencia se debe exponer, pues no se puede ocultar la indiferencia, cuando no el desprecio, tanto de los poderes establecidos como las expresiones y comportamientos políticos de una manifiesta ignorancia voluntaria hacia la cultura. Triste realidad nacional por lo que, entre otras cuestiones, esta novela de realidad – ficción se hace tan necesaria como Masa y poder de Canetti.
Las generaciones que suman años, las que han conocido y sufrido el fascismo y el estalinismo, se encuentran, cuando esperan los adioses finales, ante El Sistema, con un nuevo modelo de dictadura.