Escenarios, 53
Diez años largos lleva girando por España la obra del inglés David Hare, ‘Skylight’, que se estrenó en el Teatro Nacional de Londres en 1995. José María Pou la fichó en 2003 para los teatros de Cataluña, bajo la dirección de Ferrán Madico, y ahora la dirige él mismo manteniéndose como protagonista junto a la impresionante actriz hispano francesa Nathalie Poza. Un tercer personaje, encarnado por Sergi Torrecilla, completa el trío actoral que interpreta ‘A Cielo Abierto’, que el pasado fin de semana se ha representado en el Teatro Principal de Zaragoza.
Una obra larga de las que se hacen cortas, porque no tiene ni un minuto de desperdicio. La dialéctica amorosa entre un sesentón acaudalado, Tom Sergeant, y una maestra con implicación social, Kyra Hollis, llena no sólo la escena, sino también el espacio intelectual de los espectadores. La ex empleada y ex amante del potentado, que acaba de enviudar, se enfrenta a una recuperación de las relaciones que él le propone, presentando su bagaje de conciencia profesional y solidaria, que le ha llevado a habitar en un barrio periférico de Londres, muy distante de otro barrio obrero donde imparte sus clases.
La dinámica de las situaciones es sorprendentemente activa, lanzando al espectador continuos dardos mentales que lo llevan a incorporarse a la pugna vital entre los protagonistas. Ambos tienen potentes razones, que argumentan bien, para mantener sus posturas a través de un diálogo directo y despiadado donde salen a relucir muchas claves de la situación político social por la que atraviesa nuestro mundo presuntamente desarrollado. ¿Puede realizarse una labor educativa entre los hijos de los obreros si estos no tienen un empleo suficiente para alimentar a la familia? ¿Puede un emprendedor no priorizar los rendimientos económicos de su empresa sin ponerla en riesgo de desaparición?
La polémica está servida. Planteada así, simplemente, se reduciría a una arquitectura intelectual donde los razonamientos quedarían enfrentados, con la posibilidad de aplicar la dialéctica de la síntesis. Pero cuando entran en juego los elementos emocionales, como es el caso, la situación se complica. Los intentos de recuperación del afecto de Kyra que hace Tom, están condenados al fracaso, porque una relación amorosa sin una estructura racional consistente es frágil y eventual por naturaleza.
La puesta en escena de la obra de Hare es soberbia y la interpretación de los dos actores principales, impecable. Incluso la del joven Sergi Torrecilla, que inicialmente parece inconsistente, acaba imbricándose a la perfección dentro de la trama como una propuesta de esperanza en el futuro.