Siempre ha sido una ciudad de ensueño, una ciudad con vida, bullicio, repleta de belleza, arte y cultura, una ciudad para quedarse embelesado mientras contemplas cada uno de sus rincones y, por supuesto, una ciudad para el amor, para el amor en todas sus dimensiones, para el amor fugaz o el amor eterno. ¿A quién no le inspira Roma? Allí tienen lugar encuentros inesperados, allí ocurren historias extraordinarias como las suyas. Es una ciudad que ha acogido multitud de producciones cinematográficas y, como no podía ser menos, Woody Allen tampoco se olvida de la eterna Roma. Así, la ciudad se suma a otros escenarios europeos donde han tenido lugar algunos de sus rodajes. Á‰l es un hombre polifacético. La música ocupa un lugar muy importante en su vida. Siempre se ha sentido atraído por Europa y sus creadores, a la vez que por las comedias de Bob Hope, el Gordo y el Flaco y los Hermanos Marx. Todos estos factores han influido en sus obras a lo largo de su carrera.
En “A Roma con amor” (2012) suena aquella melodía que a todos nos resulta tan familiar, “Volare”, dando lugar así al comienzo de unos peculiares sucesos. Allí, en Roma, en un mismo escenario, sus habitantes son testigos de los hechos que les ocurren a las gentes que vienen y van: amor, pasión, amistad, infidelidad, fama, talento… Anna (Penélope Cruz) irrumpe en la vida de un joven recién casado para acabar haciéndose pasar por su esposa, mientras que la verdadera vive una aventura por las calles de Roma donde conoce a un actor al que idolatra. John (Alec Baldwin), por su parte, se convierte en la voz de la conciencia de un chico que se siente fuertemente atraído por una amiga de su novia y por la que estará dispuesto a dejarlo todo. También Leopoldo (Roberto Benigni), que, de la noche a la mañana y sin ningún motivo, pasa del anonimato a ser un hombre tremendamente popular para finalmente sufrir el olvido mediático y desarrollar nostalgia por aquellos días de gloria. Por otra parte, Jerry, interpretado por el propio Woody Allen, es un hombre obsesionado con el tema de la vejez, que queda cautivado por la voz del padre del novio de su hija, el cual, casualmente, regenta un negocio de servicios funerarios. Finalmente, todas las historias terminan como empezaron. La normalidad y la cotidianidad vuelven a la vida de los personajes.
Allen reflexiona sobre las relaciones interpersonales y cómo la llegada de nuevas personas a tu vida puede cambiar totalmente tus esquemas y el transcurso de los acontecimientos, aunque, finalmente, esos efímeros sueños terminen y acabes como empezaste. También habla del talento que se oculta dentro de personas anónimas que en su día a día desarrollan otro tipo de actividades, o de problemas existenciales que siempre han sido objeto de inquietud para tantos artistas: la vejez y la muerte. Por último, critica cierto aspecto del panorama de los medios de comunicación, a través de los cuales cualquier persona puede llegar a la fama sin existir ningún motivo para su éxito y cómo estas personas terminan convirtiéndose en verdaderos adictos a la popularidad. En todos los casos se utiliza un punto de vista cómico que resulta entretenido, por lo que “A Roma con amor” se convierte en una buena opción para una bonita tarde de cine.