Cultura

Aceptarse como se es

Según mis propias deducciones… una de las mayores desgracias del ser humano, es la de no aceptarse tal cual la naturaleza “lo echó a este pobre mundo”; puesto que desgracia enorme es el mirarse cada día en el espejo y encontrar defectos en lo que este le muestra; y que ello se convierta en una enfermedad crónica y la que nos debe dar lástima a los que de alguna manera; siempre hemos aceptado esa estampa con que la naturaleza nos dotó y a la que hemos procurado siempre sacarle el máximo partido humano, pero sin renegar nunca de “lo que nos diera esa fuerza inconmensurable que crea y destruye”… que se supone, “el por qué dota a unos de unas cosas y a otros de otras”, para que al final, todos recorramos “el triste camino que cada vida es”.

Reflexiono así, ante unos anuncios de cosméticos (cremas de “belleza”) insertos en una revista y cuyos “tarritos” (eso sí, con diseño de joyería o a todo lujo, aunque luego habrá que tirarlos a la basura) se ofrecen al no despreciable precio de 200 euros el de menor costo y 344 el que más.

Todo ello, simplemente me de “la risa”; puesto que leo la literatura que acompaña a estas “especialidades cosméticas” y en ella ofrecen, lo inimaginable para la piel de la mujer (que generalmente es la que más consume de estos potingues, aunque ya también lo hace el hombre) que puede costear estos lujos, que una vez usados, generalmente la que los compra, se cansará de ellos y cambiará tantas veces como lo desee y pueda (según su poder económico) ya que “el espejo”, le irá recordando cada día, el que… “se nace para morir y que la piel envejece irremisiblemente y termina por convertirse en lo que todo ser que afortunadamente hemos llegado a viejo… sabemos”.

No… no estoy hablando nada en contra de cuidarse con el cuido lógico, que una higiene inteligente recomienda y que la previsión aconseja; puesto que la epidermis, se cuida limitando “exposiciones idiotas a los rayos del astro que nos da la vida” y alimentándose acorde con las verdaderas necesidades del cuerpo humano; puesto que como bien decía aquel químico, que nos daba lecciones en los congresos que a los vendedores nos daban cada año en Madrid… “sepan ustedes que el mejor cuido de la piel, parte desde dentro del organismo, que es el que aporta todos los nutrientes que esta necesita”… después, una crema nutritiva, “como la nuestra” es más que suficiente; por tanto es bastante idiota el gastar cantidades enormes en otras cremas, que lo que más llevan… “es propaganda de milagros inalcanzables”.

Palabras de aquel hombre, significando la realidad de un producto que vendíamos en España, pero que la multinacional vendía en gran parte del mundo y que era (y sigue siendo) una crema nutritiva, basada en los principios de la composición de la piel humana, en grado de grasa y humedad, para que esta crema (ya centenaria) sea aplicada a cualquier piel de cualquier raza humana… está claro, que la multinacional, investiga y añade o quitará productos renovándolos por otros, pero yo que la uso hace ya muchísimos años… “desde que empecé a afeitarme y los granitos de la pubertad me martirizaban el cutis”… les puedo decir, que aparentemente hoy es la misma que entonces y su color blanco como la nieve, es el mismo y además, no se corrompe o degenera fácilmente, por ello se vende en envases equivalentes… “a los de la mantequilla, por su volumen y peso”; puesto que es claro que sirve para toda la piel… “ano incluido”… y como la he venido usando tanto tiempo; seguiré empleando tan buen y económico producto, sin hacer caso de… “las maravillas que constantemente nos ofrece el mercado de la ilusión y las vanidades del mundo”.

También y por cuanto de niño y como “chico para todo”, de una droguería perfumería… mi jefe que era bastante químico; fabricaba una crema similar y a la que denominaba “Pielnácar”; la que se elaboraba en una batidora de confitería; y allí veía yo echar los componentes que conocíamos… “y los secretos que el químico sacaba de sus escondites” (no tenía laboratorio). Luego esta crema y entre “trabajo y trabajo”, a ratos me ponían a llenar pequeñas cajitas metálicas y otras no tan pequeñas, que vendíamos en la droguería, e incluso se enviaban a otras poblaciones… pero aquella crema, que también era buena… pasado cierto tiempo… “se enranciaba y sus productos se disgregaban”; no obstante tenía su mercado, por cuanto era buena (reitero) y su precio era económico y además, competía con… “la centenaria antes mentada”.

Mi jefe también elaboraba cremas para “las señoras de más poder adquisitivo”, las que envasaba una dependienta que era la que mejor sabía realizar ello, en tarros más lujosos que luego estuchaba y eran precintados con papel celofán; aquella crema, llevaba “lanolina, colesterina y lecitina”; palabras mágicas en aquel pequeño mercado de capital provinciana y que hacían su efecto, para que las señoras pagaran por el tarro… veinte veces más que por igual cantidad de crema dedicada al “proletariado”; pero yo que veía “las cosas”… ambas eran primas hermanas… “sólo que unas llevaban huevos y la otra no le echaban ninguno”.

Un consejo muy valioso… cuando coma tostadas, emplee aceite de aceituna (oliva) y se le derrame algo en las manos, no se las limpie… simplemente frótese las mismas y los brazos… por sí sólo… EL ACEITE DE ACEITUNA (virgen) ES UN MAGNÁFICO COSMÁ‰TICO NATURAL PARA CUIDAR SU PIEL… “no digamos si se le añaden otros productos naturales”… hay variedad de fórmulas, pero como materia prima el “óleo de la diosa Atenea”… que fue la que les regaló el olivo a los griegos.

En fin, los cosméticos en muchos casos… son las cosas idiotas de esta vida, donde “lo más caro dicen es lo mejor”.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.