Cultura

«Acoplados», de Martirio y Chano Domínguez

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Más que acoplados, yo diría que tanto Martirio como Chano Domínguez fueron capaces en su magnífico trabajo musical de quedar fundidos en un abrazo de pentagrama difícil de superar.

La ninfa de la copla y el trovador de teclas, que así me gusta denominarlos, se mueven en la “tonadijazz” a modo de peces de plata por una ría virgen y la bahía que cabe toda en una tacita milenaria. Que es como el agÁ¼ita del querer de dos corazones hermanos que laten sin desmayo en un discurrir bendito de azules, amarillos y blancos. Que es como el vaivén majestuoso de una sola ola mecida a su antojo por la mar de Onoba-Gades y que derrama un colmo de ternura nacarada. Que es como el arrojo de dos voluntades puestas a engendrar olores de ascensión constante.

Los lamentos deshojados del alma de Martirio serpentean por entre los destellos del piano acristalado de Chano Domínguez. Y se conmueven los metales apuntalando estrofas. Y se sonrojan la batería y el bajo en una celotipia deslumbrante y hermosa. Y la cuerda da cobijo a tanta sonoridad maga, que cautiva los sentidos. Los suspiros, las miradas, el embrujo, el desvarío: la pasión que estalla en el granate de los labios de la ninfa y el trovador que la adorna con un rosario de caricias. Y emerge la nana. Y la nana reluce. Y se adormila el niño al arrullo de la marisma, bajo un azulino manto repletito de guiños…

Más que acoplados, yo diría que con este esfuerzo musicable tanto Martirio como Chano Domínguez se quedaron en un arrebato prendidos.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.