Premio Málaga de Novela 2012
Vengo siguiendo desde el nacimiento literario de Eva Díaz Pérez su andadura de escritora reflexiva, exigente y cuidadora del estilo. Nada de buscar el fuego fatuo del Best seller. Y para satisfacción personal, como lector y comentarista literario, su sendero narrativo en todos estos años no ha sufrido ninguna bifurcación comercial, quiero decir que su línea literaria es ascendente pese al escabroso mundo que supone escribir y editar con dignidad en este país de conversos y desmesura, en cuanto a vulgaridad y la malversación en todos los campos. Algo que Eva Díaz, por tenerlo muy claro, manifiesta sobre el suyo expresando su criterio y compromiso con ella misma: “A mí me gustaría vivir en un país en el que los libros tuvieran su fama, éxito o popularidad dependiendo de su calidad, pero no es así. Aquí funciona el marketing y las etiquetas” Luego solidaria de aquella frase que con sencillez expresó Chejóv: “Las obras de arte se dividen en dos categorías, las que me gustan y las que no me gustan. No conozco ningún otro género”
La reciente novela Adriático se sitúa al lado de ese maestro ruso del relato. Leer con calma esta narración cuyo protagonista principal representa el eslabón último de un linaje familiar se conoce por ser el profesor Vittorio Brumelleschi. Y resulta agradable pasearse cogido del brazo por tan cuidada y armoniosa prosa que nos va desgranando la saga fragmentada de esta familia, dividida como en cortos relatos que se suceden envueltos de tono lírico y acariciador, pudiéndose percibirse los versos de Elegías de Duino de Rilke: “Y sin embargo, en el animal vigilante, cálido hay peso y la quietud de una gran melancolía” que nos habla de “el poeta triste, el viajero errante que se detiene en el cercano castillo de Duino en Trieste” “Un Rilke melancólico que parece mirar de reojo el Adriático” Es solo una muestra símbolo del trato exquisito con el que se desarrolla la narración, pero, de igual forma narrativa es la contante en otros capítulos como el de Prieto buscador de objetos, un derrotado que va por la vida con un sentido propio de un tiempo vivido y una nostalgia que le pertenece.
Creo recordar que hace años, tal vez cuando publicó su tercera novela, le comenté que su escritura y temática exigía salir fuera de la geografía nacional, que su formación constante y pasión observadora por investigar lo necesitaba. Adriático confirma la realidad de una autora de campo creativo sin fronteras. Muestra actual que confirma la propia autora. “Adriático forma parte de un proyecto literario para intentar contar Europa a través de una galería de novelas. Después de mi Trilogía de la Memoria, me apetecía quedarme durante un tiempo a repensar Europa, curiosamente un continente ahora tan perdido y lleno de incertidumbres” La fortuna y el sereno criterio personal han protegido a Eva Díaz Pérez, que por no caminar al son de los imperativos editoriales, tiene el sendero literario asegurado y consolidado. El transcurrir del tiempo le va sumando la altura que le corresponde en la línea culta y expresiva que podemos considerar clásica y continuadora de la buena novela.
Esta historia que discurre por la ciudad de los canales, no se semeja, por ejemplo, a la de Morand, mucho menos se parece a la agradable escritora Donna Leon y su crítica a la Venecia corrompida. Tampoco a Los turbantes de Venecia de Nedím GÁ¼rsel que nada aburre. Adriático no resulta ser una narración al uso. De ninguna manera pretende ser original. Es historia de lógico contenido en la que la trama se desarrolla con el profesor Brumelleschi que ha aceptado el compromiso de analizar toda clase de objetos que sea posible encontrar en los fondos de la laguna veneciana. Trastos de todo tipo, inservibles o de cierto valor histórico en los que se hallar una huella del pasado familiar. Todo tiene al principio un color de misterio y novela de intriga policíaca, y en verdad el misterio existe y se mantiene según los fragmentos que van uniendo el pasado de esta aristocrática saga familiar.
Los cincuenta y ocho cortos capítulos que la componen divididos en tres partes: Siroco, Boroa y Maestral, reconstruyen una temblorosa semblanza sostenida por el peso de los acontecimientos de su propia historia vivida desde el siglo XV hasta el presente, que discurre desde un humano y emocional engranaje que los propios personajes van mostrando con sus vivencias en esta ciudad que gracias a la escritura acorde se defiende no rindiéndose a ser un monumento sumergido. Por los siglos, los buenos poetas y novelistas vienen siendo los pilares que en verdad la mantienen emergente. Eva Díaz Pérez también ha colocado el suyo con emocional acierto y maestría.