Nos hemos acercado hasta Alagón atendiendo a la invitación de una buena amiga. Nuestra amiga es una de ésas valientes que dejaron la ciudad para venirse al campo, a su lugar de origen. Han pasado tres años y se encuentra divinamente; se le notaba el orgullo cuando nos ha servido de guía, recorriendo las estrechas calles de la judería, luego la morería, con la plaza de la Alhóndiga donde el viejo mercado musulmán. Allí justo estaba la casa paterna, donde nació, posiblemente remontada a los viejos tiempos en las que las tres culturas convivían. Eso explicaría sus bellos rasgos morunos.
Quiso darnos una sorpresa cuando nos plantamos enfrente del robusto conjunto de la iglesia de San Antonio de Padua y que tiene anexo un magnifico caserón, antiguo colegio, ambos levantados por la Compañía de Jesús en el siglo XVIII. La sorpresa consistió en presentarnos a Pilar Perez Viñuales, responsable de la Oficina de Turismo del Ayuntamiento, institución que se alberga en el edificio del antiguo colegio jesuita. Pilar es historiadora medievalista y alma de esta activa organización cultural al servicio de la villa. Con el mismo orgullo, la pasión por su trabajo se le asomaba en la mirada y nos mostró la airosa escalera en cuya bóveda brilla un fresco atribuido a D. Francisco de Goya. Nos contó sobre las cinco culturas de Alagón; Ibera, Romana, Musulmana, Judía y Cristiana. Después nos llevó hasta el sótano abovedado de medio punto en el que se encuentra el Museo de Arte Contemporáneo Hispano Mejicano. Entre las espléndidas obras de artistas mejicanos, españoles y españoles exilados en Méjico, destaca una extraordinaria colección del pintor aragonés Luis Marin Bosqued que al regreso del exilio quiso donar a su tierra parte de sus obras, siendo elegida esta Casa de Cultura de Alagón para acogerlas; pocos marcos más idóneos se hubieran podido encontrar. Agradecemos a Pilar su amabilidad y explicaciones, así como el trato dispensado.
El recorrido tenía todavía mucho que decir a pesar de que se destruyeron, a finales de los 70, demasiadas huellas de identidad del viejo Alagón. Todo sea por el progreso -dirían algunos- aunque otros pensaron que todo sea por la especulación. La referencia es la iglesia mudéjar de San Pedro Apóstol , una de las más bellas muestras mudéjares de Aragón, comenzada en su construcción en el siglo XIII y levantada sobre la originaria mezquita del XI. Destaca la imponente torre octogonal de estilo almohade y la galería tardo renacentista de arcos de medio punto sobre la nave, encima de la cornisa que remataba la iglesia anteriormente. A la hora del atardecer que la contemplábamos su silueta se teñía de sombras, recortada por un sol en retirada. Aún quedaba la ermita de la Virgen del Castillo, en la que mora una talla románica del XIII. Doblando una esquina de una calle en cuesta abajo, se nos apareció la imagen de la espadaña de la iglesia de San Juan, que en la edad media perteneció a la Orden de San Juan de Jerusalén.
Otra demostración del interés de la población de Alagón por el arte, es el remozado edificio de la calle las Damas en el que se alberga el Centro Cívico Antonio Fernandez Molina y la galería de arte que lleva el nombre del pintor Santiago Pelegrín. En estos días puede visitarse una interesante exposición colectiva organizada por la Asociación de Artistas Plásticos Goya-Aragón.
Como colofón, una caña en la Plaza del Ayuntamiento. El atardecer del 29 de marzo, suave, invitaba a tomarla en las terrazas. Cuando nos despedíamos de Casti, era de noche. Como reza el slogan promocional: Conocer Alagón ¡Te sorprenderá!