Alegoría de vivir, alegoría de morir, alegoría de existir, alegoría sobrevenida, alegoría encaminada, alegoría sin sentido, alegoría intencionada, alegoría aparecida, alegoría, nada más que alegoría, la vida es alegoría en la que somos protagonistas, pero no reales, sino alegóricos.
Tú hablas, yo escucho, lo intentas, pero no lo consigues, finjo, te dejo, me dejas, marchamos, separados, con nuestras ideas, ni yo te escuché, ni tú me escuchaste, la tapia defensiva de la idea, de la ideología, alegoría de una vida plenamente absurda repleta de una pléyade de literatos iletrados.
Camina, te sigo, allá donde vayas, no importa, te perdono, te equivocas, ¿quién no?, todo vale, nada es suficiente, sólo tú, sólo lo que me marques, designios divinos, humanos, estertores del raciocionio, gestores de la estulticia, adoradores de la bestia, alegoría de la posesión como medida de todas las cosas.
Escribo, me miento, tecleo, falseo la realidad, la mía, la tuya, la nuestra, la amoldo a mí, a mis necesidades, a mis satisfacciones, mi realidad es mejor, ¿qué la tuya?, no, que la real, prefiero la inventada, allí manejo, vuelvo a engañarme, manejan mis personajes, alegoría falaz del demiurgo.
Alegoría.