Moros y Cristianos
Las Fiestas de Moros y Cristianos han encontrado su espacio, convirtiéndose en las más representativas de la vida social alicantina y su Provincia, consiguiendo ser, en conjunto, unas atractivas mezclas de religiosidad, estricta etiqueta y controlado festival callejero. Ese es el caso de San Blas, Villa franqueza, El Rebolledo, Altozano y José Antonio, donde las calles son ocupadas por vecinos, amigos y turistas maravillados de su atractivo, dispuestos a pasar unos días de alegría compartida entre música, desfiles y pólvora, rememorando tradiciones muy arraigadas en nuestra Comunidad Valenciana.
No voy hablar de las Fiestas de Moros y Cristianos de la provincia alicantina, famosas en buena parte del mundo, como las de Alcoy, Elda y algunas otras.
En los barrios alicantinos, la amistad es un componente esencial de las fiestas de Moros y cristianos. Sin ese espíritu de camaradería las fiestas no existirían. En cuarteles y kábilas se comparte casi todo, siendo la comida y la bebida alrededor de las cuales suceden los encuentros. Si tiene la suerte de que alguien le introduzca en un cuartel o en una kábila, le tratarán como si le conocieran de toda la vida.
Estas fiestas no tienen nada que ver con los carnavales, ni ninguna otra. Pese a su carácter divertido, son algo muy serio, con sus reglas y protocolos, basados en una tradición ancestral que forma parte de la historia de España, y con mayor emotividad en la Comunidad Valenciana, aunque también tienen vida propia en bastantes otras Comunidades españolas.
La fiesta alicantina, comienza el día del «Avís de festa» (aviso de fiesta) y desfile donde los bandos -cristiano y moro- con sus filaes o comparsas visten el traje de gala a modo de publicidad directa para atraer al público local y turismo en general. Con la «Nit de l’Olla», en la que se realiza el pregón, comienza la fiesta en kábilas y cuartelillos; a partir de ese momento ningún festero irá a su casa.
Del carácter casi privado inicial, se ha convertido en una de las Fiestas más atractivas para un turismo que ama las tradiciones, y las vistosas apariciones se reservan para regocijo del público. Las «Entradas», donde la figura central del capitán encabeza los desfiles de cada bando, acompañándolas más de las veces por cabos y abanderadas; y las «Embajadas», que representan la lucha dialéctica por la toma de la plaza, a la que sigue una batalla de arcabucería o «Alardo».
El fin de fiesta lo pone la «Retreta», un cierre humorístico donde los festeros, tras las exigencias del protocolo, tienen licencia para divertirse.
Las Fiestas de Moros y Cristianos, son algo único, con sabor a la riqueza de una España que ama su tierra y sus tradiciones y que merecen ser conocidas y promocionadas en todo el mundo, como atractivo turístico internacional.
Es tradicional comer en las Fiestas de Moros y cristianos la Olleta alicantina, plato de cuchara como dicen los profesionales, comida que hace amable la mesa, con conversaciones amicales.