Allende los mares resolví todos mis males y solventé, de un plumazo, la soledad, sin parné que me esclavizara, ni futuro que me mediatizara, todo era lo que fue, todo fue lo que era, nada se acercaba la realidad, nada imitaba a la mentira.
Allende los mares soñé con una vida que abandoné por amor como quién huye de los principios ajados en la lucha contra la humillación sin ripio de la ética, la moral y el alivio de luto.
Allende los mares comprendí más que viví, permití a mi mente recibir influjos orientales que redimí a base de metempsicosis ideológica hacia otro lugar, hacia otro futuro, hacia otro sueño.
Allende los mares añoré mi hogar repleto de seguridad y volé sin rumbo fijo tratando de esquivar los proyectiles endiablados de la rectitud social, sin recordar, jamás, que la vida, vida es, y los sueños, sueños son.
Allende los mares derroté a la desidia en buena lid y reté al futuro a una lucha sin cuartel en el campo de batalla de la literatura, ajeno como era, a la crematística de las palabras.
Allende los mares abandoné un pasado por cumplir y me marqué un futuro por recordar, utilizando para ello mi poesía desvencijada y mi prosa edulcorada, obviando los halagos y aprendiendo de las críticas.