En el marco propicio para una narrativa a través de viñetas, se presentó el pasado 21 de diciembre en el bar La Carbonería, sede de la cultura suburbana y ecléctica de Sevilla, el almanaque más “rompedor” de los últimos años. Se trata del Almanaque de Roldán 2014 con el que la tertulia que lo edita rinde tributo al cómic, sin perder por ello la esencia de un producto artístico que, además de acotar el futuro de los próximos meses, es fruto de la inspiración de los poetas y los pintores que conforman la asociación sevillana Cuadernos de Roldán.
Y es que en las collaciones de la auténtica judería sevillana, en plena calle Levíes del barrio de San Bartolomé, se enclava ese espacio entre arrabalero y progresista de La Carbonería, donde el alcohol marida bien con la cultura y donde Cuadernos de Roldán tuvo el acierto de presentar su tradicional Almanaque, en un soberbio maridaje de poesía y dibujos que homenajea al mundo de la historieta, contando para la ocasión con una selección de reputados ilustradores de tebeos para adultos críticos, descreídos y heréticos, como la mayoría de los “inquilinos” de la tertulia.
La calidad del Almanaque venía garantizada por las plumillas de Rafa Iglesias, Felipe H. Navarro, Borja González y Fernando Infante, entre otros ilustradores, y de Francisco Núñez Roldán, José María Bedoya, Ana Llorca o Alejandro García Acebes, entre los poetas. Poetas que circunscribieron sus textos al limitado espacio de los bocadillos de unas viñetas y dibujantes que interpretaron en imágenes lo que ambos querían expresar en una simbiosis que exuda belleza y emoción. Al frente de todo ello estuvo Antonio Cerrato, coordinando la edición de un Almanaque con el que Cuadernos de Roldán muestra su admiración al relato contado mediante viñetas.
ENERO
La primavera tiene música, Stravinsky,
el invierno pintura, Brueghel el viejo,
dos sensaciones distintas
que nos alteran el ánimo
e impresionan nuestros sentidos,
identificándose en la memoria
con momentos agradables
sin acordarnos del frío
o las alergias del olivo y el heno.
¡Qué ironía y qué memoria tan frágil!,
aunque sólo somos materia,
recordamos las emociones del espíritu
y olvidamos los estornudos del cuerpo.
José María Bedoya