Una vez un ser delicado y tierno, salió de su territorio cálido, sano y limpio a visitar a los Hugrúes, estos personajes eran muy simpáticos, comÃan y bebÃan bastante, se divertÃan… reÃan, todo lo hacÃan en abundancia; parecÃa como siempre tuvieran hambre: de comida, bebida, afecto, de todo.
¡Eran tan atrayentes! que Lyda se dejó llevar sin remedio, se fue alejando cada vez más de casa, tanto que cuando miró atrás ya no veÃa su territorio. Lyda era muy curiosa, asà que como los Hugrúes eran tan simpáticos los siguió, se sentÃa tan feliz, le dieron a probar tantas cosas deliciosas que nunca antes habÃa probado; la llevaron a sitios extraordinarios, fue tal la novedad que se olvidó de lo que dejó atrás.
Hasta que un dÃa, el menos pensado, Lyda notó algo extraño en el ambiente, los Hugrúes tenÃan tanta hambre que ella era un delicioso bocado y Lyda al percatarse de la situación corrió despavorida, huyendo de tan garbosos personajes, corrió y corrió… sentÃa una angustia que no la dejaba respirar, la fatiga en su garganta… el sudor en su cuerpo… sin saber cómo llegó a casa, sintió cierto alivio que culminó al darse cuenta que ya no la reconocÃan, buscó desesperada un espejo y cuál fue su sorpresa al comprobar, que se habÃa convertido en Hugrúe; una vez fue consciente de su aspecto comenzó a comer y beber de todo lo que habÃa, contaminó su sano territorio, no encontró mas paz desde entonces; su belleza y ternura se perdieron, ahora lo importante era comer y beber lo que pudiera pues si no, morirÃa de hambre.
del Libro Magia de la Palabra, Festipal´Agua 2010