– Maestro, ¿cuándo se termina de estudiar? – preguntó Sergei mientras caminaban por el sendero de los arces rojos en aquel espléndido atardecer que anunciaba el otoño -.
– Un día llegó una mujer a casa del Mulá Joha y le dijo muy complacida,»Venerable Mulá, mi hijo ha escrito desde la Casa de la Sabiduría para decirme que ha terminado sus estudios completamente, ¿no es maravilloso?» «Pobre mujer, no te aflijas y muda tu duelo en plegarias para que Alá te envíe más hijos».
– No entiendo, – respondió el siberiano mongolizado que seleccionaba hojas del arce amarillas mientras que Ting Chang recogía las de color caldero y el Maestro seleccionaba las cárdenas para hacer una composición en la baranda después de la meditación-.
– Ting Chang, explícale a Sergei que el día en que un hombre cabal dé por concluidos sus estudios podrá apilar los troncos para su pira, ya que sus parientes preferirán envolverlo en un sudario blanco y enterrarlo mirando hacia el oeste.
J. C. Gª Fajardo