“¿Qué libro me llevaría a una isla desierta?
Cualquiera, con tal que sea de B. Traven»
Albert Einstein
Dos son las novelas consideradas las mejores de B. Traben (Alemania 1882- México 1969), La nave de los muertos, escrita en 1926 y El tesoro de Sierra Madre un año más tarde.
En ambas, se puede percibir buena parte de esa misteriosa y enigmática vida de tan envolvente y extraño personaje de la literatura y su mundo social y lo político, siempre rodeado de una misteriosa e intrigante existencia por la que trascurrió toda su andadura no exenta de cálculos y adivinanzas sobre lo verdadero y fantástico de su persona. Y aquí quedan, pues, dos mágicas y envolventes historias con una temática diferente aunque con idéntico fondo: La nave de los muertos y El Tesoro de Sierra Madre, de las que brotan unos valores literarios apasionantes. No siendo otros que los comportamientos humanos en su más fervoroso y calculado análisis de condición y comportamiento, expuesto como laberíntica aventura de intrigas, donde su contenido resulta verdaderamente desafiante y de una actualidad que desasosiega.
La nave de los muertos muestra una enloquecida desesperación, el alegato contra la marginación provocada, capaz todavía de lanzar su grito contra el orden establecido mostrando al sector social mayoritario cada día más oprimido, alineado, víctima de un apresamiento piramidal. Un vibrante manifiesto que va desmadejando planteamientos con un estilo narrativo envolvente lejos de todo carácter panfletario. Siempre manteniendo una observación crítica contra la política al servicio de los poderosos. Brillantez expositiva, no sin acusados riesgos por el desenmascaramiento de burócratas y banqueros y el poder arbitrario de los gobiernos, convertidos en meros servidores de la invisible fuera situada allá en la dorada colina del gran dinero. Al que se suma la farándula del patriotismo como cínica parodia interpretada por los sectores más conservadores de la sociedad.
Y es que en la vida “las cosas no suelen ser tan sencillas. Rara vez tienen en cuenta lo que uno puede o no puede soportar”. Lo que se puede definir como la estética del fracaso. Un joven marino norteamericano sale a pasear en un puerto donde su barco ha hecho escala. Una dama lo invita y pasar la noche con ella, cuando por la mañana vuelve para embarcar su barco había zarpado. Al joven marino no le queda nada en los bolsillos, ni siquiera la tarjeta de embarque que lo pueda identificar. Aquí se inicia la complicada andadura de un ciudadano sin patria, carente de identidad oficial que pueda ampararlo. De pronto se ha convertido en un marginado Y este marinero, que ha viajado en muchos barcos y visto miles de ellos, confiesa que jamás había encontrado “uno como aquél”. Á‰se que le ofreció la oportunidad de dejar de ser un ciudadano excluido en tierra, para convertirse en un habitante del mar. Lo que no sabía es que esa nave era una cámara de horrores donde sus tripulantes pueden abandonar cualquier puerto, pero los relatos quedan. “Una vez que el barco ha escuchado el relato, pasa a formar parte de él. Penetra en los hierros, en las maderas, en los camastros, en la bodega de carga, en la bodega del carbón, en la sala de calderas”. Y en el mundo infinito de los mares. Desde La nave de los muertos hace sus cábalas sobre el eslogan de “los trabajadores y empleados pueden llegar a director general de la empresa”.
Y recuerda que desde niño se había dedicado a vender periódicos y también trabajó como limpiabotas, “porque desde los siete años tuve que ganarme el pan; sin haber llegado a ser director general ni multimillonario”. Porque cuando se está de vigilia en una noche se puede pensar que si los soldados de Napoleón hubiesen sacado el bastón de mando de sus mochilas y convertirse en mariscales, quién haría los miles de remaches que necesita un barco. Y es esto lo que retiene en este navío a los desalojados: metáfora de nuestra sociedad en la que se tienen que refugiar los derrotados sociales sin identidad para sobrevivir en condiciones de esclavos. Mas no es una metáfora, la sociedad está plagada de ciudadanos y ciudadanas cuya única opción para ir tirando es la esclavitud como navegantes en las muchas naves que pueblan la tierra de los poderosos que los explotan hasta el límite de sus fuerzas, donde, salvo los rebeldes, todos se adaptan y “están acostumbrados”. “Una excusa retorcida, la misma que justificó en su día que se azotara a los esclavos”.
La extraña y enigmática vida de B. Traven, por lo que se puede conocer apasionante, no se logra definir dónde se encuentra la ficción: si en la personalidad del escritor o en la ficción que el escritor crea. Al final, y sin que muera el combatiente, creo que la realidad del creador se funde con la literatura magistral que expone envuelta en un laberinto de misterios, incógnitas y aventuras intrigantes cuyos enigmas desbordan. Pues, reunió tal número de situaciones mezclando historias y desafíos con las que logró extender una misteriosa estela que ha continuado después de la muerte de tan portentoso narrador hasta formar con vida y obra un todo indivisible, un aura de misterio nada fácil de desentrañar. Embriagador. A partir de 1924, cuando tras un intenso vivir y luchar por aquella Europa palpitante de revoluciones, se trasladó a México huyendo de posibles venganzas. Y en ese alucinante país lleno de contrastes permaneció el resto de su vida. Una existencia especial en el espacio del mundo literario, hasta tal punto que cabe preguntarse si en verdad existió realmente. Mas al dejar una serie de títulos de gran calidad publicados, no existe ninguna duda de que el personaje oculto detrás de un seudónimo es el auténtico dueño de este legado literario de indiscutible y embriagador valor.
Cuando una buena obra literaria es llevada al cine, generalmente la solidez y riqueza literaria corre siempre el riesgo de no lograr ese grado de calidad para que la propia historia aumente en resonancia despertando indirectamente interés en ese lector medio.
En el caso de El tesoro de la Sierra Madre, trasladada a la pantalla por John Huston con Humphrey Bogart como protagonista, se convirtió en una obra magistral cuya fama saltó todo tipo de barreras por la fuerza y fidelidad de la trama y contenido literario. Esto la elevó a cuotas de gran altura en una sociedad tan manipulada, logrando mantenerla más viva fuera de las minorías condicionales. Pese a esta magistral adaptación, la novela es mucho más conmovedora en contenido y forma que la película. Aunque la que se considera la mejor novela de B. Traven es El barco de la muerte. La historia de El tesoro de la Sierra Madre transcurre en México, donde las carambolas de la vida unen a tres personajes de nacionalidad Norteamérica, los cuales cansados de los trabajos ocasionales y mal pagados en los campos petrolíferos, deciden, según la historia que nos va contado el más viejo y veterano de ellos, correr la aventura de escalar la Sierra Madre en busca del codiciado oro dorado y maldito.
Ese oro que provoca la fiebre más feroz que puede contagiar al ser humano, porque “el oro es algo endemoniado, creedme muchachos. En primer lugar suele cambiar totalmente de carácter de los hombres. Cuando se ha conseguido, el alma no es la misma que antes de obtenerlo, y nadie escapa a esto” Así habla el viejo Howard a sus recientes compañeros sedientos de aventuras, pero carentes de experiencias como mineros, ignorando que sus sueños y ambiciones estarán llenos de durezas y peligros. A pesar de que el viejo les advierte puesto que ha vivido cruelmente varios fracasos. Por eso explica con claridad el papel que juegan en la sociedad los poderes establecidos, la rapiña de los bancos y la obsesión totalitaria por el dominio absoluto del oro.
Y en esta tónica va transcurriendo la historia de la Sierra Madre en el primer tercio del siglo XX en plena catástrofe de aquella inolvidable y terrorífica crisis que refleja insistentemente nuestra actualidad, como si fuera un invisible fantasma culpable de intentar encubrir a quienes en verdad la provocaron. Esos que tarde o temprano, de nuevo intentan salvar la tragedia social con el coste a la cuenta siempre en números rojos de los de abajo. Que sean ellos los que padezcan siempre el desastre, la miseria y la duración de las cicatrices, hasta que vuelva a repetirse el idéntico juego especulativo y salvaje. Porque el tiempo cubre las cosas y ellos, los poderes, saben disfrazar esa suciedad de latrocinio, como peritos de oficio desde sus guaridas. Hipócrita y fría manera de manejar las vidas ajenas y el reparto de virtudes caiga quienes caigan.
Y la narración, recuerda el viejo Howard, se retorna con la misma letra, “Uno de los bancos se evaporó cantando la eterna canción, es decir, haciéndome saber que de mis dólares no quedaba ni un centavo” ¿Nos suena a algo esta cantinela? Pues es el centro, el meollo de esta magnifica novela editada en la lengua de Cervantes y Borges para gloria de la literatura y los buenos lectores Y como en todas las excelentes narraciones no puede faltar los juicios sobre la “Iglesia Católica Apostólica y Romana” que allá en ese México rico y exuberante fue el mayor poder existente preocupado con insistencia por la adquisición de bienes materiales “para llenar los cofres de Roma, sin importarle la educación de sus súbditos dentro del verdadero espíritu cristiano”
Y con una peculiar manera de contar Howard va entretejiendo la historia principal con otras más cortas, como Cervantes en su Don Quijote de la Mancha, aquel loco solitario que todavía cabalga entre la multitud congestionada por el consumo y las ambiciones.”No hay prueba mejor de que la Iglesia católica en estos países que el hecho de que los bandidos, en nombre de Cristo Rey, asesinen y roben a hombres mujeres y niños a quienes saben miembros de la misma Iglesia” Pero qué importa para las alturas pertenecer a la misma “familia” para que las ambiciones bancarias y religiosas no formen parte de la codicia humana carente de justicia y gloria, Mas no es cuestión de contar el final de la novela. Pues por encima de todas estas luchas y tragedias, el factor humano ocupa el espacio y presencia que merece en el contenido elevándose por encima de las mezquindades de la comedia humana.
Luego ¿quién es B. Traven?
Su personalidad como creador literario es tan inmensa que no importa cuál fue su verdadero nombre y patria. Puede que esta estuviera enclavada en el corazón del mundo, pues era de origen judío y huyó de Europa donde tomó parte jugándose el tipo en las primeras revoluciones, también contadas en las novelas escritas en alemán su lengua materna. Y más tarde refugiarse en México posiblemente por temor a represalias. Pero no especulemos más sobre el personaje. Eso sí, hasta sostuvo un pulso con John Huston al que pese a la calidad de la película que dirigió, no tuvo reparos en considerarlo en unas declaraciones a The Times como “un mal observador”. Pobre Huston. En esto último pudo más lo subjetivo que lo objetivo en el juicio de B. Traven.
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B. Traven
La nave de los muertos
Traducción del Alemán de Roberto Bravo de la Varga
Acantilado- 322 páginas
B Traven
El tesoro de Sierra Madre
Traducción de Esperanza López Mateos
Acantilado. Páginas 343