Se notaba que la primavera había aposentado sus reales sobre Sevilla porque la gente abarrotaba el centro de la ciudad. Una cola inmensa de nativos y turistas aguardaba paciente para introducirse en los tesoros de la Catedral o contemplar al caimán del Patio de los Naranjos, mientras numerosos grupos de asiáticos, cual colegiales, seguían las explicaciones de los guías y tiraban fotos hasta de las papeleras municipales. Con todos ellos había que tropezar para llegar a la Casa de la Provincia y asistir al acto de presentación del poemario número 74 de Cuadernos de Roldán, dedicado al barrio de Santa Cruz.
Barrio de Santa Cruz, nuevo poemario de Cuadernos de Roldán
Pero merecía la pena. El salón del recinto de la antigua Diputación, situado en un palacete extramuros del Alcázar y frente ala Catedral y el Archivo de Indias, tardó en llenarse por las dificultades de acceso ya descritas, pero se llenó. Había curiosidad por escuchar qué más se podía recitar del barrio más fotografiado y exhibido de Sevilla sin recrearse en los tópicos. Y los 28 poetas y 28 pintores, cuyas obras conforman el libro, han sabido “retratar” desde la singularidad de sus inspiraciones una visión inédita del barrio turístico por excelencia.
Presentado por Quintina Falcón, Lorenza Cabral y Ana Llorca, encargadas de esta edición junto a los “ecónomos” Carlos Becerra y Pepe Aguilar, el acto se desarrolló -como de costumbre- con las lecturas de los poemas que lo conforman y la reproducción de las pinturas que lo ilustran. Así, Salvador Compán señalaba el “camino de interior” para adentrarse en el laberinto de cal y de sorpresa, en su poema Santa Cruz; o los besos perdidos intramuros y fuera, en el de Carolina Abadía; o ese gran bazar en que se ha convertido el barrio, en el Santa Cruz Market de Ismael Yebra. Pepa Santos, Justo Girón, Osorno, Carlos Becerra Luna y José Ramón Vaca, entre 28, aportaron sus lienzos para este número de Cuadernos de Roldán, una tertulia de cuya vitalidad habla el número de libros publicados y los proyectos de futuro que aún hace brillar la ilusión de sus “inquilinos” y simpatizantes. Y, para muestra, un botón: Barrio de Santa Cruz,/la piel adoquinada/de tus angostas callejuelas/ ama la sombra, no la luz./ Recreas rincones adorables/ que envidian la auténtica judería,/ ¡romántica postal de cursilería:/ aromas de azahar en Los Venerables!/ Más siendo sólo escaparate,/ decorado para la imaginación,/ recorrerte es un misterio,/ un seductor punto y aparte. (Seductor escaparate, de Dondanielo)