Sólo el diario matinal berlinés occidental BZ (perteneciente al Grupo Springer y el diario Berliner Morgenpost) repartía pegatinas, el acto en sí tenía algunas deficiencias de organización (por ejemplo, faltaba una mesa informativa de la asociación que ha recogido ya 190.000 firmas contra el derribo de las dos salas. Entre los artistas de más renombre destacaron Edith Hancke y su marido Klaus Sonnenschein, ambos conocidos por sus obras de teatro y comedias ambientados en la sociedad berlinesa durante muchas décadas y que hasta hace pocos años dirigían la sala TribÁ¼ne, cerrada el 31 de diciembre por el Senado de Berlín al cortar todas las subvenciones a dicha sala de Berlín Occidental.
La nota disonante la dio una concejal comunista que tuvo la osadía de presentarse en el escenario para defender la conservación de los dos teatros, cuando su partido hace causa común con el alcalde para acabar con toda vida cultural en Berlín Occidental. Yo lo llamaría cinismo. Lamenté mucho que se permitiera que se presentara en estos teatros una comunista para ensuciar con su presencia el honor de los dos teatros.
Otro detalle un tanto esperpéntico era que una chica repartiera folletos de la propietaria del actual centro comercial Ku’damm Karree, la compañía inmobiliaria irlandesa Ballymore, que se construyó en los años setenta encima de los dos teatros y que Ballymore pretende derribar junto a los teatros para construir un nuevo centro comercial. Propone construir una nueva sala de teatro según los planos originales de Max Reinhardt, más grande y suprimiendo la Comedia.
En realidad, todo olía a hechos consumados, con la complicidad del alcalde, pues según el director actual de los teatros, existen propuestas para salvar los dos teatros históricos e integrarlos en el nuevo centro comercial. Pero para Ballymore resultará más cómodo y rentable derribar todo, aún con la promesa de invertir 45 millones de euros en el nuevo teatro que propone.
Espero que las 190.000 firmas para convocar un referéndum sobre la conservación de los dos teatros tenga éxito. No obstante, el acto de protesta olía a homenaje póstumo más que a una defensa entusiasta de las dos salas. Por otra parte, viendo el estado del Teatro en el KurfÁ¼rstendamm, las dos salas precisan reformas en caso de mantenerse en pie. Interiores y butacas presentan un estado de desgaste. Tanto en el teatro como en el centro comercial, ya casi completamente desalojado, se respira un ambiente mortecino. Parece que todo se acabó. La nueva sala lo que no tendrá en ningún caso es el glamour de las décadas pasadas. Berlín pierde otro trocito de su alma, de su historia. Foto: La propuesta de Ballymore, una sola sala, aunque más grande.
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