La provincia del norte de Vietnam, Quang Ninh, fronteriza con China posee uno de los focos turísticos más importantes del país. Ya estuvimos en la Bahía de Halong pero ahora queremos conocer las remotas y solitarias playas de los islotes del parque nacional de Bai Tu Long, concretamente la isla de Van Don. Para llegar hasta allí viajamos desde Hanoi por la QL18. Cinco horas de autobús hasta CÁ¢m PhÁ n de la que parte una estrecha carretera que cruza a la isla Van Don, la mayor del archipiélago, hasta la ciudad de CÁ¢i Rong. Abrigada bajo los farallones kársticos similares a los de Halong, la ciudad vive de cara al mar en el que se pesca desde el principio de los tiempos. El pescado y marisco se ofrece en las aceras, vivo y reluciente. Desde su puerto salen y llegan los ferry con viajeros nacionales; todavía el turismo masivo no ha llegado hasta aquí. Los foráneos buscan en las playas blancas la inmensidad del horizonte tras las dunas y en estas infinitas lenguas de arena solitarias encuentran la insondable aventura de la calma. Islas como Quan Lan, Ngoc Vung o Cai Bau, entre las 600 que acompañan a Van Don en su baño en la Mar de la China.
Dos horas en ferry separan Van Don de Quan Lan. En el trayecto las barcas de pescadores festonean el mar grisáceo como si el tiempo no pasara. La isla tiene 15 km. de longitud y apenas unos miles de habitantes en ocho núcleos. Sin embargo en el siglo XI era un puerto comercial de auge, lo que explica las numerosas pagodas que salpican la isla. Algunos de los actuales pobladores atienden un servicio de moto taxi que ayuda a recorrerla y a los que llaman tuk-tuk pero lo mejor es alquilar una bicicleta. La experiencia resulta inolvidable. Minh Chau village y Quan Lan village son los únicos puntos donde hay un incipiente clima neoturista con algunos restaurantes y tiendas. Al norte hay un puerto industrial; lo demás son playas, como las de Minh Chau o Son Hau, consideradas por algunos como las mejores de Vietnam.
Hemos visto a mujeres en la baja mar faenando en lo que pensábamos era mariscar pero el fruto de su búsqueda en la arena son un marisco lo más parecido a lombrices gigantescas. Por aqui le llaman SÁ Sung (Sipunculus nudusy) y es una variedad de gusano marino que dejándolo secar se convierte en un delicioso manjar, muy apreciado y valorado, así como para ser procesado como eficaz medicamento. Por un kilo de sÁ sung seco se llega a pagar hasta dos millones de VND, lo que explica la intensa actividad de su recolección por parte de los isleños.
Se ha vuelto a cubrir el cielo cuando a bordo del ferry sorteamos los islotes de roca camino de CÁ¢i Rong. Atrás quedan las playas desiertas de Quan Lan atrapadas en la memoria.
Fotos: Juan Mateo Piera