La sensibilidad de Christophe Maé trasluce, especialmente, en su canción «Maman» (Madre), en la que le habla a su madre y le agradece todo lo que le ha dado. Tanto la letra como la música llegan al alma. La canción recuerda un poco a una canción de enfoque similar del cantante español Guillermo.
El blues encantador de «On s’attache», el primer sencillo sacado del disco, habla del inconformismo y del espíritu independiente del artista. Luego, cuando canta «Maman», un título que evoca el amor por los padres visto por un adulto, es la imagen de nuestra propia infancia que sale a la superficie.
«En casi todos mis títulos, yo planteo preguntas.» Y aquí y allá Christophe les añade un poco de folk, de reggaeton o de blues y ofrece un primer trabajo que está abierto a muchas posibilidades musicales.
Christophe Máe, cuyo verdadero nombre es Christophe Martichon, es un cantante francés nacido el 16 de octubre de 1975 en Carpentras, región de Provence-Alpes-CÁ´te d’Azur al sur de Francia
Originario de Vaucluse, Christophe comenzó a hacer sus primeras apariciones en los bares del sur de Francia. Con las actuaciones en galas, él adquirió su propia experiencia con el escenario y lucha para hacerse un hueco en este mundo. Su padre, músico y aficionado del Jazz, le transmitió muy de cerca su gusto por la música. A la edad de 6 años aprendiío a tocar el violín y la batería y se consagró a cantar. Antes había sido un excelente deportista de tenis y esquí, pero Christophe vio truncado su energía deportiva por una enfermedad crónica que le inmovilizó a los 16 años. Á‰l sacó ventaja de esta inmovilización forzosa para aprender a tocar la guitarra acústica y la armónica (sobre todo durante sus prácticas junto a Jean-Jacques Milteau, Eddy Mitchell, Barbara, Vanessa Paradis…) y por descubrir así quien iba a ser su fuente de inspiración: Stevie Wonder. Las influencias más importantes vienen de Bob Marley, Tracy Chapman, Ben Harper y Jack Johnson.
Desde los 18 años, Christophe ya atendía más de 200 conciertos al año mezclando los estilos de reggaeton, soul y blues. Christophe adquirió tablas sobre el escenario al actuar como artista de apertura en los conciertos de artistas como Cher o Seal con la combinación guitarra-voz. El proyecto del «Rey Sol», que le fue propuesto a continuación, le seducía por su orientación inicial. Al contrario del cantante clásico de comedia musical, Christophe se afianzó de hecho claramente en el papel de «Monsieur», hermano del rey. Su sensibilidad, su sentido del humor y su imaginación transcienden a un público que aclamaba al personaje que enganchaba con locura.
En la actualidad, la aventura en solitario le acoge con los brazos abiertos. «Estoy a la búsqueda de reencontrarme, de reencontrar mis raíces. En la vida hay que saber siempre quién eres, de dónde vienes… Como dice un proverbio: Si tú no sabes hacia dónde partes, mira de dónde has venido. Así es como se puede vivir mejor.»
Tras añadir un un sonido armonioso por obra de Volodia (NTM, Obispo, Amel Bent) en los estudios Apollo en Suresnes, su album contó con la prestigiosa colaboración de músicos como Ayo o Teri Moise. «En gran parte yo mismo he escrito y compuesto las canciones contando con la colaboración de Lionel Florence para algunas letras y de Bruno Dandrimont, mi amigo de toda la vida, para la composición…» Ha sido sobre su guitarra fetiche que dio a luz la mayor parte de las piezas en estos últimos años… La popularidad de Christophe es imparable gracias a su sinceridad, su franqueza entusiasta y su personalidad con una sensibilidad a flor de piel. Sólo hay que observar la expresión de su cara cuando toca la guitarra o la armónica y cuando canta… y nos hace un inventario de sus amores presentes y pasados en «Belle Demoiselle», irradia ritmo con «C’est Ma Terre», sin duda una de las mejores canciones del album, y nos hace saborear el aroma del sur con «Mon Paradis», canción que da el título a su album. Lúcidas, cómplices y llenas de pasión, sus canciones son como botellas mensajeras echadas al mar… un mar cuya brisa hace soplar en las salas de concierto, lo más cerca posible de su público. Constantemente entre dos riberas emocionales y estilísticas, Christophe es un hijo de la bohemia. Á‰l nunca ha tenido, nunca ha conocido límites.
El público en España está muy mal acostumbrado con estos concursos de cantantes ad hoc sacados de la chistera como en Operación Triunfo, formatos de programas-concurso que también se usan en otros países, aunque tal vez con mucho menos éxito. Luego, en España carecemos de una buena formación artística, pues la oferta es pobre ya empezando por la educación general primaria y secundaria.
Francia, en cambio, nos lleva la delantera en muchos aspectos culturales. El pueblo francés en general presta mucha más atención a su nivel cultural, y esa mentalidad de culturizarse se refleja, necesariamente, en que se puedan encontrar a muchos más artistas de alto nivel como Christophe Maé, Renan Luce, Bénabar, etc. Esto pasa también en los países centroeuropeos y del este de Europa, donde los músicos y cantantes tienen una formación y trayectoria artísticas mucho más intensa que en España, donde todo parece estar más dejado a la improvización y el beneficio comercial inmediato, mientras que artistas con la talla de Carmen París o Concha Buika languidecen durante años hasta conseguir el éxito por sus propios medios.
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