Dicen que relativa al poliedro… La poetisa de Gibraleón se solidifica y desliza lo que le araña al blanco -con la dureza de un diamante o con la suavidad de un susurro- en el poemario que acaba de lanzar a los aires y que lleva por gracia el de Poliédrica y que corre en su andadura a cargo de mis buenos amigos de Ediciones En Huida. Dicen, asimismo, de ella, que es economista y lectora sin descanso. Es miembro activo de la Asociación Fahrenheit 451-Las Personas Libro de Sevilla. Sus creaciones han sido publicadas en distintas bitácoras y antologÃas, como Verso Libro, (Nuño Editorial, 2011). Colabora en Papelusar y en la revista Gibraleón es Cultura. Su primera inmersión pública en el océano palabreril fue en la “plaquette†Mudanza Interior. Y ahora, Carmen Ramos se nos convierte en una insinuación poética dentro de su Poliédrica:   “Ya sabes, / que no tengo tan buena memoria como tú, / que siempre se me olvidan las gafas de cerca, / las de mirar al corazón, / ya sabesâ€.
Dicen que relativa al poliedro… La poetisa de Gibraleón encarama su palabra a los vértices que despuntan más allá del habla y la deja que resbale sobre los planos, sin ataduras. Libre, porque libre se engendró y quiere que libre siga siendo cuando en la mano que acaricia las hojas repose, y la mano se la lleve quien pasa y pasa las hojas directamente al corazón. Que nuestra Carmen Ramos se adentra, sin que te des cuenta, por entre las rendijas de esa puerta a la que nunca quisiste ponerle cerradura: “Recostada en el perfil de las lianas me gustarÃa tener otros ojos. / No pensar en verde o azul / ni en la tristeza de tu mirada de perro herido. / Me enfrentarÃa cada amanecer al rosa sin pensar donde nació. / No dejarÃa que tus besos se trenzaran en mis brazos. / Tener otra mirada. Eso serÃa bueno. / No ser esa caja de cartón que lleva rotulado / “FRÃGIL†en el lateral, / siempre provisional, siempre en mudanza. / Y es que no es fácil vivir cuando tu destino fue nacer metáfora.â€
Dicen que vinculada al poliedro… La mujer que compone obras poéticas, olontense por más señas, trasciende los lÃmites de los planos y atraviesa sin dilación alguna la plaza de bancos de hierro forjado yéndose hacia los cielos enramados de la Alameda, de los que penden voces doloridas o entregadas al “arenal donde la corriente de las aguas depositó partÃculas de oroâ€. Pues nuestra mujer, Carmen Ramos, es visitadora de lugares comunes y aplicada de la cultura de masas: “El mundo: esta casa tan grande. / Al otro lado, quién sabe si probablemente Australia, / alguien está sintiendo la pulsión del mar. Al igual que yo. / Alguien está escribiendo “terror de tu veneno†en un sufrido poema de amor. / Alguien ha sido besado y siente el temblor infinitesimal de su labio superior. / Respiramos. / Alguien al otro lado del mundo. / Hay quien asegura que la poesÃa no es cultura de masas.â€
Dicen que vinculada al poliedro… La mujer que escribe obras poéticas, feriante de San Lucas, de San Roque o de San Isidro Labrador por más señas, se mueve encantada por los adornos del prisma y hace un baile de pañuelos cada vez que el pianista del quinto toca lo de “Dan-dan-dan-daradaradan-dan-danâ€. Y es que nuestra mujer, Carmen Ramos, intuye que lo que se guarda como jirones de otra piel tras las puertas del armario más tarde o más temprano debe escapar de su particular calvario: “Tiene su peligro: abrir un armario, asà de pronto. / Puede aparecer, sin previo aviso, / la falda que llevaba el dÃa que te conocÃ. / Y ese extraño olor a azucenas. / Siempre la combiné con la blusa roja, / pero desde ese dÃa decidà que acompañara / a tu descompasado paso azul. / Ahà están también el pañuelo / que me regalaste con la Luna, / los zapatos que siempre molestan, / el vestido que quizás no me sienta tan bien. / Nunca dejo abiertas las puertas de los armarios: / tengo miedo a que tu recuerdo se desvista / y huya desnudo.â€
Poliédrica: la confesión al desnudo, sin ataduras, de Carmen Ramos que se balancea “auto-dual†sobre la hamaca de la escritura: “Lo confieso, / es verdad: no sé rimar. / SÃ, lo siento, / no sé qué evocación poética / es una barca. / O el laurel. / O el azul…†Y es que como también nos revela la olontense, la poetisa de Gibraleón: “Una escribe / sin querer hacer daño. / Negra lanza / o vientre. / Pero sin querer hacer daño.â€Â  Â