La luz de la tarde
sobre los campos dibujan
hojas forjadas de sueños
esculpiendo sobre tu pelo
cascadas de oro viejo.
El viento susurra
versos prohibidos
cálidos de tonos
penetrados de crepúsculo.
Eres el Alfa y el Omega,
en tí nace el óvulo primigenio
semilla de risas futuras
que trepan sobre las almas.
Por los recónditos y vírgenes continentes
ya dentro de tu boca,
ansío palabras no pronunciadas,
incorpóreas, ajenas de sonido y ritmo
consumadas,
embriagadas.
Encadenas las causas y los efectos
en la danza eterna de las existencias.
Dueña de la Eterna Ley del péndulo
que gobiernas con la música
sin instrumentos, que se intuye
en tu mirada.