Mientras el resto de España, siga soportando las presiones y la descarada saca de dinero público que mediante todo tipo de martingalas, nos sacan estas dos partes de España (son España digan lo que digan y lo hagan como quieran); el resto tendremos esa carga que indudablemente impide el que lleguemos a igualarlas o incluso superarlas; puesto que y pese a todo; en esas «despreciadas» (por los separatistas) otras partes de España, ya se ha progresado bastante y se sigue haciéndolo contra viento y marea y mientras ellos retroceden (pese a cuanto nos sacan) ese resto avanza; unos más y otros menos, pero avanzan y ello es lo que más temen, puesto que la industria y comercio de «la despreciada Meseta», les va copando sus antes privilegios de colonialistas, puesto que otra cosa no han hecho, salvo exprimir y colonizar al resto de España y encima presentándose como «mártires».
Y aunque yo mismo ya y hace tiempo los desenmascaré y les apliqué en mis artículos el calificativo de colonialistas, pero veamos que otro y hace mucho tiempo e incluso siendo vasco, lo dijo hace casi un siglo… «Ramiro de Maetzu, que los conocía muy bien, por vasco, por español y por cosmopolita, ya advirtió hace casi un siglo que el objetivo de los nacionalistas catalanes y vascos no era crear naciones alternativas a la española. Ese era sólo el señuelo. Lo que buscaban era la «colonización de la subdesarrollada Meseta», entendiendo por tal el resto de España. Y ese sigue siendo el objetivo del Plan Ibarretxe y de Carod, de «la libre asociación y del Estado asimétrico». Pero la Meseta ya no es tan subdesarrollada como hace un siglo. Y aligerada del peso que le traen ambos nacionalismos, podría desplegar con mayor empuje». En un magnífico artículo y con muchas más afirmaciones, lo refleja José María Carrascal en ABC del 19-02-2009.
Recordemos las calamidades que nos han venido desde esos dos territorios o regiones (lo de país vasco es un invento más, pues ni existe ni nunca existió); las guerras carlistas, que ensangrentaron gran parte del siglo XIX; la Semana Trágica en Barcelona, la declaración del «Estado Catalán» al proclamarse la II República, el levantamiento de la Generalitat contra ésta en agosto de 1934, los casi mil asesinatos de ETA, que no se interrumpieron con la llegada de la democracia, y a los que hay que sumar las miles de víctimas consiguientes; amén de los ingentes capitales consumidos por la infinidad de atentados de mayor o menor escala; las reivindicaciones permanentes de ambos nacionalismos, eternos insatisfechos, que han influido perniciosamente en el sistema constitucional español; lo que indudablemente ha sido el motivo, de que España se convierta en este «infierno» de las diecinueve autonomías (Ceuta y Melilla incluidas) y que ha producido en gran medida, el estado de ruina nacional que ahora no saben como controlarlo; puesto que lo lógico sería recuperar casi todo lo traspasado a esos manirrotos «virreinatos» y dejarles sólo lo más preciso y debidamente controlado por un Estado centralizado, que se ha demostrado es mucho más eficaz que ese desmembramiento que ya son las «autonosuyas» y donde se está cuestionando incluso la mayor riqueza de una nación, cual es su idioma nacional.
Causa de todo ello es el desastroso nivel educacional y de enseñanza y todas las calamidades que han venido tras esa dejación de responsabilidades, de unos gobiernos centrales, que débiles y acomodaticios, simplemente «se han vendido por un plato de lentejas»; en detrimento del resto de España y de los españoles, los que incluso en esos territorios separatistas, están más bien sufriendo unas dictaduras férreas y costosísimas, que son las que les han hecho no avanzar sino todo lo contrario.
Y es por lo que he titulado empleando la temible palabra «cáncer»; por cuanto considero es eso mismo y ya se sabe, si el cáncer no se extirpa acaba con el cuerpo vivo donde se ha instalado. Por tanto tomen nota todos los políticos que verdaderamente piensen trabajar por España… pero por toda España; aún tenemos una Constitución que nos considera a todos los españoles iguales ante las leyes; esperamos pues… leyes equitativas y que erradiquen de una vez tantos privilegios.