Cultura

Chupinazo

Debería decir chuminazo. Ayer me llamaba tonto un editorial de EL MUNDO («las estúpidas teorías que ponen en duda la hazaña» del alunizaje), pero no me doy por ofendido. Cualquier persona inteligente puede decir tonterías sin por ello ser un tonto. Es, incluso, inevitable que las diga, a no ser que muera antes de decirlas. Cuestión de tiempo. Yo, a veces, las digo, como la de la luna, y tonterías de a puño han dicho tres de mis colegas, inteligentes todos, a cuento de la conveniencia de descafeinar los sanfermines. Lucía Echevarría asegura que los toros no son bravos, porque sólo embisten si se les provoca, y sugiere que sean sustituidos en los encierros por mozos disfrazados de miuras. ¡Válgame José Tomás! ¿Lo dice en serio? ¿Por qué no ositos de peluche con mando a distancia? En cuanto a lo otro, ve al Serengeti, Lucía, y habla con los masai. Tampoco el león ataca al hombre si éste no lo provoca. Ningún animal lo hace. Y, sin embargo, son fieras. Tienen bravura. Has dicho dos tonterías. Martín Garzo se conforma con una: la de pedir que no admiremos a los toros en las plazas, sino en las dehesas. ¡Pero hombre de Dios! El ganado de lidia, cuya crianza es carísima, existe porque hay corridas que arrojan beneficios, y si no las hubiera se extinguiría o sobreviviría sólo, como rareza de arca de Noé, en esos campos de concentración que son los zoológicos. No sólo. También las dehesas que tanto te gustan, y con razón, desaparecerían entonces, aplastadas por los hoteles de cinco estrellas, los parques temáticos, los centros comerciales, las urbanizaciones y demás lindezas. ¡Flaco favor le haces, mi querido Gustavo, a madre natura! Y mayúscula es también la tontería aportada por el bueno de Mendicutti, que llega al inenarrable extremo de asegurar que a Hemingway le gustaban los encierros porque nunca fue capaz de acostarse con Ordóñez. ¡Si Freud levantase la cabeza seguro que se iba a los sanfermines para psicoanalizar a los mozos, maricones todos, como don Ernesto, que allí se juegan la vida! Tranquilos, compañeros. Tontos no sois, pero decís tonterías, como las que yo digo, según EL MUNDO, cuando sostengo que el alunizaje fue una mala representación de teatro escolar. El que esté libre de pecado… Alberti reconoció que era un tonto y que lo visto en la vida le había doblado la dosis. La polémica ni siquiera ha sido serpiente de verano. Todo, por fortuna, sigue igual. El próximo 7 de julio, chupinazo, y sálvese quien pueda.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.