Seguro que alguno de ustedes es ese cero coma del 14,9% de audiencia que clausuró el “Gran Hotel” de Antena3 el pasado martes tras tres temporadas de éxito televisivo. Si en España se dudaba de que se pudiera hacer buen cine técnicamente, los productores de esta serie lo han desmentido. Una perfeccionista ambientación histórica, y el uso de vestimenta y material de la época han hecho de “Gran Hotel” una de las mejores series de los últimos años.
Sin embargo, no se puede decir lo mismo del guion. Lo que empezó como una serie de misterios y asesinatos se convirtió en la segunda temporada en más de lo mismo para acabar haciendo política en la tercera. Tras dos años de viendo el desarrollo de la aristocracia en la España de 1905, me pregunto: ¿Es que nadie, pero nadie, ni el último matado de turno era feliz en su matrimonio que tenía que engañar a su marido/ mujer? Piénsenlo señores, en 1905 a pocos se les ocurría armar tal escándalo, y menos, tantas veces seguidas. Pecaron los guionistas al actualizar la serie porque tras los adulterios vino la famosa cuestión del “género” que nació en los 80, y los líos religiosos a causa de los escándalos recientes.
Dicen que el sexo, el alcohol y las muertes son lo que vende en televisión, pero en aquel momento lo cierto es que bajó la audiencia.
Si darle al botón del On en televisión es igual que escapar de la sociedad, lo último que la audiencia quiere ver es la realidad reflejada en otras épocas. Tal vez así se explique el éxito de Masterchef, el concurso culinario de TVE que desde su cambio en parrilla a los martes ha dejado a Gran Hotel a sus pies. De ser el programa más visto de la noche, «Gran Hotel» se convirtió en el momento más visto en las cadenas privadas.
Y es que parece que la cocina es cosa de adultos, pero lo cierto es que desde entonces, de lo que se habla en las clases de la Uni, es de cocina.