Este artículo supone el final de una etapa. Una etapa de andaduras por tierras alemanas, por algunas de sus ciudades, de sus pueblos, montañas, ríos, bosques, jardines, castillos, museos y lugares emblemáticos. Una etapa de descubrimientos, sorpresas, aventuras, aprendizaje, nuevas costumbres y nuevas personas que llegan a tu vida. Dejar una época así siempre implica a posteriori sentir una gran nostalgia. Pero, como se suele decir, nada es eterno, y vivir implica cambiar y que las etapas comiencen y terminen y que las experiencias nos enriquezcan y nos hagan personas más completas. Es bello que aumenten nuestros conocimientos, que amplíen nuestros horizontes y que desarrollen nuestra sensibilidad.
Esta etapa termina allí, en la ciudad de Colonia. Internacionalmente conocida por su carnaval, cualquier época del año es apropiada para su visita. Si la llegada a la ciudad es en tren, como fue en mi caso, nada más salir de la estación central, te sorprenderá su imponente catedral. De estilo gótico, su construcción tuvo lugar entre el S.XIII y el S. XIX. En su interior, su órgano, casi flotante, captará tu atención, como también lo harán todos los elementos que componen esta magnífica construcción. Posteriormente, podrás visitar los tesoros de la catedral, entre los que destaca el relicario de los Reyes Magos.
Además, mientras recorres sus calles, hallarás sus iglesias y, entre ellas, un importante número de iglesias románicas. Cada una con su propio magnetismo, un magnetismo que creará en ti sensaciones diferentes, sobre todo, cuando te surja la posibilidad de visitarlas en soledad mientras el silencio de sus recias paredes te atrapa, lo que por fortuna te sucederá en más de una ocasión. También, mientras paseas, descubrirás su antigua y bella sinagoga. Y podrás cruzar el HohenzollernbrÁ¼cke, puente que se erige sobre las aguas del río Rin y donde los enamorados, como ya viene siendo habitual en muchos lugares, hacen promesa de amor colocando en él un candado con la inscripción de sus nombres.
Los diferentes museos de la ciudad completarán tu visita. Estos son de muy diversa índole. Podrás encontrar desde el Museo Romano-Germánico hasta el Museo del Chocolate. Y, por supuesto, el Museo Ludwig y su colección de arte: el Expresionismo, el Surrealismo, el Pop Art, el Cubismo… Dentro de sus instalaciones destaca un amplio espacio dedicado a Picasso, una importante colección muestra del grandioso talento del artista. En sus creaciones queda palpable su versatilidad, su genio, sus ansias de crear experimentando con diferentes técnicas y materiales. Sin duda, entre sus obras se encuentran algunas de las piezas más destacadas del museo. Y de esta manera, en este escenario repleto de rincones con encanto, es como ha terminado esta rica experiencia que siempre quedará en mi memoria.