“Triste cosa es no tener amigos, pero más triste ha de ser no tener enemigos porque quién no tenga enemigos señal es de que no tiene talento que haga sombra, ni carácter que impresione, ni valor temido, ni honra de la que se murmure, ni bienes que se le codicien, ni cosa alguna que se le envidie”. Baltasar Gracián
A toda persona, los niños sobre todo, debe explicarse que no mostrar la valía que tienen, llena de pacientes las antesalas de los psiquiatras y psicólogos; llena de tontos los países; estropea la creatividad, encierra el ingenio y genera una cultura de mediocridad.
Los tontos, cretinos e imbéciles que educan la mente de los niños y de los jóvenes a ser torpes, humildes brutos y hasta rayar en la estupidez, no les gusta estar solos en ese universo de decadentes.
Socialmente se ha esmerado en inculcar a las personas que deben ser humildes, y la humildad, aunque sea falsa, establece la diferencia con los “no humildes”. Esto pareciera ser resultado de culturas religiosas primitivas, cretinos y tontos consejos. –Y los tontos consejos, vienen de tontos o imbéciles- . O en el peor de los casos, es enseñar a esconder o disimular la valía de las personas.
Por eso, cuando deje a sus chicos en el Colegio, en el Liceo o Escuela consulte si les van a enseñar a exhibir sus fortalezas como futuros emprendedores y ganadores o le ayudarán a convertirlo en un imbécil.
Y si va a la universidad, pregunte si tiene graduados exitosos o un ejército de tontos amontonados vanagloriándose de una humildad carroñera.
Y las empresas contraten gente con carácter, orgullosos de su lucha diaria y no un tontín que gimotea su validez, tras la máscara de una brutal humildad.