Si vivo pero no vivo, sueño pero no sueño y muero pero no muero, no queda otra más que levantarse y andar, haciendo camino al caminar, haciendo poesía al escribir, fingiendo que es prosa, imaginando que no es mediocre.
Si oigo pero no escucho, hablo pero no converso y río pero no lloro, no queda otra más que echar la vista atrás, girando el cuello, girando el punto de vista, abriendo la mente, permitiendo la llegada de nuevos aires, de nuevas ideas.
Si juzgo pero no comprendo, si agredo pero no empatizo, si levanto mi brazo al aire sin nada que buscar, no queda otra más que retomar los libros que no leí, escuchar a los sabios que obvié y seguir los consejos que nunca pedí, añorando otros tiempos de libertad que creí haber tenido.
Si pienso pero no existo, si existo pero no pienso, si vivo sin vivir en mí, no queda otra más que gritar a los cuatro vientos palabras inconexas, abrir la caja de Pandora y dejarse acariciar por los males disfrazados.
Si quiero pero no amo, si amo pero no deseo, si deseo pero no satisfago, no queda otra más que dejarse llevar por las aguas revueltas, acotar el campo y contar semillas de labrar, bebiéndose la vida en un bar de carretera.