Contigo estoy en la distancia. A pesar del vaivén constante del tiempo. De tantos atardeceres hueros sin la presencia tuya, que majestuosa y recortada se aparecía siempre por entre los espejos plateados de nuestra ría.
Contigo estoy en la distancia. A pesar del puzle inacabado en que se convirtió nuestro amor. Que como nadie supiste rodear mi triste ánimo de juegos y de sueños: aquella mirada tuya tan cristalina; aquellas noches en las que te asomabas por tu ventana de los estudios, como un duendecillo dorado, para comprobar si aún seguía la estática figura mía sobre la hierba del cabezo de la Esperanza…
A pesar de este retrato ya amarillento, contigo estoy en la distancia.