Conversaciones con Criterio Sobre la entrevista de trabajo. Elisardo López Ibáñez. Versión papel. Versión Kindle
«Los seres humanos sois especialistas en negaros todo aquello que os parece fuera de lugar o que suene a raro. Pero estoy convencido de que lo hacéis en parte para protegeros de las críticas de vuestro propio vecino, «por aquello del qué dirán», como escucho en tantas ocasiones. Si estuvierais solos en una isla desierta, sin tener que dar explicaciones a nadie, seguro que tendríais menos resistencia a dejaros llevar por situaciones aparentemente disparatadas […]».
Páginas 32-33.
«Yo creí, yo imaginé que, es que pensaba… Los humanos hacéis suposiciones con facilidad, tomáis muchas decisiones sin discutir vuestras presunciones. Claro, así se explican cantidad de malentendidos».
Página 43.
Esta obrita, a medio caballo entre la novela corta y el cuento largo, de carácter esencialmente didáctico, es de una sencillez que engaña. Porque en ningún momento es limítrofe con la simpleza. Baste con analizar que tras la facilidad de los diálogos hay un trabajo de depuración realmente destacable pues son verosímiles, naturales, fluidos… pero en ningún momento banales.
El título dice mucho ya del contenido del libro que nos ocupa (que no consigue llegar a las cien páginas, ni falta que le hace). Pero contiene una pequeña trampa, en su título y en su planteamiento, y esa doble trampa será la que nos acerque emocionalmente a la obra y a sus personajes. Porque “Criterio” es un ser vivo, y no sólo un concepto abstracto. Quién sea “Criterio” y de dónde su especialidad, su particularidad, lo dejo al lector para su descubrimiento, pero vaya por adelantado que su sabiduría le hace más que humano, mientras que su capacidad de sentimiento le convierte en algo inesperado. Le hará al lector no poco bien pensar en este personaje sin pretensiones, pero tan único. Por otra parte el contenido, que inicialmente parecía indicar que estábamos ante una guía corta sobre cómo contestar a las preguntas de una entrevista de trabajo, excede el título y nos cuenta una historia sobre todo de dos personajes, hijo y madre, que se enfrentan no sólo a la búsqueda del primer empleo del primero de los dos, sino a su relación materno-filial, con no poco sentido común y madurez.
Sorprende el personaje de esa madre viuda que, tras haber sobreprotegido al vástago, decide dar un paso adelante en la relación que los une y reflexionar en voz alta:
«Me acabo de dar cuenta de que te trato como a un niño y ya eres mayor para andar protegiéndote tanto. Además, estoy muy cansada de perseguirte para que me escuches. Eso se acabó. Me siento a veces muy sola e impotente porque no sé cómo llegar a ti y eso ya no es justo que lo soporte más. Así que, si quieres saber mi opinión sobre algo, serás tú quien venga a preguntarme. Yo te responderé, porque soy tu madre y porque te quiero, pero no volveré a darte mi opinión sobre lo que haces o no haces sin que me la pidas».
Página 39.
Por ello el libro va más allá de tres principios básicos recogidos desde el comienzo:
«Buscar trabajo es una actividad comercial, y tienes que conseguir que la persona que te entreviste se ilusione contigo y compre tus servicios profesionales. Los vendedores excepciones tienen grabado a fuego tres principios fundamentales: Puntualidad (nunca llegan tarde); Vestimenta adecuada (se visten para la ocasión), Preparación de la reunión (no dejan nada a la improvisación)».
Página 44.
Y en realidad nos habla de la conveniencia de reflexionar frente a nuestras acciones, observarlas desde fuera, sin apasionamiento, con objetividad; y del uso del sentido común, de la necesidad de diálogo para acabar con los malentendidos basados en presuposiciones sin confirmar. El final, es más, incluye el corazón de la historia de esos dos personajes. Un corazón que late, una historia tierna que apenas se esboza, pero que nos emociona porque no esperábamos encontrarla.
En definitiva una narración breve que haría bien si la leyésemos con provecho cuando somos jóvenes, inexpertos, y nuestro orgullo puede herirse fácilmente pensando que no se respeta nuestra individualidad, cuando muchas veces sólo se pretende que nos aprovechemos de la experiencia ajena.