Prefiero la ternura, el ridículo de lo romántico, la desfachatez de lo natural y autóctono, los muebles viejos y con historias, prefiero el campo silencioso antes que el ruido nuevo de las ocho de la mañana; prefiero el humo de los puros y la poesía del vino, prefiero preferirte en mis pensamientos sin importar qué tan exacto te imagine, sin importar si me correspondes o te correspondo…
Te armo las veces que sea necesario, en cualquier escenario y con guiones llenos de silencio, incluso a veces suelo imaginarte sin audio -es que no recuerdo tu voz-, otras tantas te pruebo otras voces y elijo la que me resulte mejor, aunque ya me he decidido por una carcajada que te sienta muy bien.
Prefiero la dulzura, incluso deshacerte y esperar un mes o dos para recrearte, prefiero la intriga y el desconcierto, antes que el brutal desencanto…