Fernando León de Aranoa se ha propuesto revolver las conciencias de sus espectadores y para ello se ha empecinado en recorrer todo el espectro de problemáticas sociales que asolan nuestra sociedad de hoy en día. Como bien dijo Jaume Roures, productor de la cina, en la presentación de la película: «ya sólo nos quedan los políticos».
Y es encomiable ese afán social de todas las creaciones de Fernando León que hasta ahora siempre había mostrado un crecimiento como director y una madurez como guionista, que le había restado cierta frescura pero que le había dotado de mayor profundidad.
Sin embargo, parece que en «Amador» ha habido un parón en su filmografía. Se trata de una película que tiene todos los elementos de su cine, pero no están tan bien hilvanados como en sus otras películas.
Chirrían algunas escenas y su concatenación en el tiempo y los personajes son demasiado planos, sin matices, como si Fernando León hubiera descubierto ya la diferencia entre el bien y el mal y nos lo quisiera mostrar, pero como espectadores preferimos discernirlo nosotros mismos. Ahí radica el principal problema del guión, de una sinopsis sobresaliente, pero de un desarrollo posterior algo inferior a lo que se podía esperar de Fernando.
Los actores están correctos, sin alardes, y la puesta en escena es pretendidamente simple, como en todo su cine. Se echa de menos un poco más de música (todavía resuena en nuestra cabeza el «Me llamo Calle» de Manuchao en «Princesas»).
En definitiva, se trata de una cinta de menor calidad que las anteriores de Fernando León de Aranoa. Una película dura, de tema social para visionar con la conciencia limpia y que te hará reflexionar sobre uno de los temas fundamentales de hoy en día, la inmigración. Decepcionará a los amantes del cine de Fernando, pero gustará en general.
Publicado en el blog de Letras (Tu revista literaria)